Diecisiete países del mundo participan en los festejos del bicentenario de México. En un ambiente hostil, donde la narco guerra mantiene alterados los elementos claves de la sociedad y la seguridad debe estar más que afianzada para la conmemoración que mantienen los hogares, a pesar de todo, engalanados con banderas y sentimientos patrióticos.
Entre círculos de control peatonales y de automóviles, 104 puntos de acceso a la zona han sido revisados minuciosamente. Un momento delicado, pero “bien pensado”, según aseguran funcionarios del Estado.
El evento ha estado precedido por una exhaustiva organización, donde las expresiones de la diversidad cultural emocionan estéticamente a todos. ¿Pero, qué días de conmemoración vive el pueblo azteca y las otras naciones centroamericanas que recuerdan su independencia, lograda hace ya dos centurias?
Las expectativas de que la nación mexicana analice con profundidad sus raíces históricas ha sido razón por la cual más de 600 libros se han publicado en estos días referidos a la historia patria. Se cuestiona el alto costo de estas fiestas, que serán “inolvidables” según las propuestas y colorido.
¿Podrán México y los otros pueblos centroamericanos olvidar temporalmente tantas angustias, encauzar sentimientos y reflexionar sobre la necesidad de poner un alto a la violencia y el pavor?
Nadie duda de que la coyuntura es muy difícil, pero la unidad es imprescindible para enfrentar los flagelos que azotan, tanto a la sociedad mexicana, en mayor grado, como al resto de estos países.
En tal sentido, la realidad es que puede y debe existir un mejor futuro. Esta historia de doscientos años merece tales afirmaciones.
Ojalá, realmente se detengan tantas escenas que mantienen consternados a estos hermanos que más allá de tanta criminalidad merecen paz y felicitaciones en este bicentenario.