Dice un respetado y querido amigo que: “la primavera viene zumbando (…) y aunque… todavía los árboles que dejan caer su follaje para invernar están desnudos… sabemos que el verde volverá a teñir los parques en abril y que rosales … nos entregarán las aromas y los colores que nos guardan desde el otoño”.
Añade que “el regocijo para recibir el cambio de estación es algo que surge espontáneamente, se da con total independencia del pesar por la crisis social en la cual sus dirigentes han estacionado al mundo. ¡Qué bueno! No hay vuelta floja, sabemos que la primavera vendrá. Disfrutaremos de esa entrega divina”.
Pese a la cercanía de la estación más colorida del año, las protestas violentas se registran en el país en varias regiones, en reclamo de arreglo de calles y otras muchas demandas, que van dejando a su paso, lamentablemente, heridos y hasta menores dañados por los gases lacrimógenos con los cuales enfrenta a los manifestantes la Policía Nacional.
Precisamente, ha sido el presidente Leonel Fernández quien más ha empleado la iniciativa del “Diálogo Nacional” en su historia como mandatario, en cuyo escenario se ha movido con diligencia Monseñor Agripino Núñez y han participando otros sectores importantes del país.
En la búsqueda “participativa de soluciones a los principales retos que enfrenta la República Dominicana”, nos preguntamos si no sería este uno de los momentos preciso para pensar en diálogos y búsqueda de soluciones. Porque en los sectores: salud, educación, obras públicas y medio ambiente, sin olvidar a la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas…etc. En fin, en la mayoría de las más importantes instituciones y entidades de la nación se reconocen problemas que ni la cumbre recién celebrada, ni los tantos cantos de sirena que se escuchan en discursos y programas logran mitigar.
¿NO sería este el momento exacto para poner las monedas “cara arriba” y decidir mejorías de una sociedad que, en el decir popular, está harta (“jarta”) de tantas promesas y no ver soluciones?