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Restaurantes ricos y pobres

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La sociedad dominicana es tan diversa como su cultura. Esa diversidad es más notoria cuando se habla de los estatus, los cuales se muestran con mayor frecuencia en los restaurantes, cuyas diferencias van de la mano con el sujeto mismo y sus características.

Los restaurantes ricos en República Dominicana son visitados, como es natural, por personas adineradas. Entran en ese renglón, los llamados ricos de cuna o personas que han heredado fortunas; y ricos de la política, o sea, aquellos que se hacen de dinero mientras ocupan posiciones públicas.

También los peloteros de Grandes Ligas, quienes a fuerza de brazos y piernas han logrado buen dinero en dólares, y los artistas (sobretodo merengueros), que han conseguido dinero tocando fiestas, y son tantos que hasta pueden comprar “Hummer”.

En los restaurantes ricos dominicanos el menú está compuesto por las denominadas entradas calientes y frías, así como ensaladas, platos fuertes, sándwiches y a base de especies del mar.

En la entrada caliente suelen ofrecer suflé de espinacas, hongos al ajillo y mejillones o algún consomé. Mientras que en la entrada fría se invita a degustar de cocktail de camarones, salpicón de mariscos o las variedades de jamón serrano o queso holandés.

En el menú de las ensaladas son más frecuentes la César, Caprese, Cuatro Islas y otra compuesta de frutas.

La oferta del plato fuerte es de calamares, churrasco, costillas de ovejas, carnes sirloin, pescado a la plancha o al ajillo, camarones empanizados, englos day, scau boy steak.

Si por casualidad le apetece un sándwich, ofrecen el club sándwich cubano o medianoche. Para tomar, nunca falta la oferta de los tragos: Cosmopolitan, grey groose, midoris sour, Chivas Regal, jerez, champan don perignon, Jack Daniels.

Los comensales de los restaurantes para ricos conversan sobre las proyecciones de ganancias en sus empresas o negocios. Si son políticos los que allí acuden, hablan sobre sus aspiraciones y cabildeos en su afán de ir a “servir” a la Patria.

También, el diálogo puede verse rodeado del deseo de que sus hijos vayan a estudiar a la universidad de las Sorbona o a Harvard.

En el conversatorio de los restaurantes ricos nunca queda fuera de los comentarios el auto lamborghini, o el viaje a Wald Disney World que regalara el portentoso padre a su hijo el día de su cumpleaños, sin importar si la calificación en el colegio o la universidad fue de A o C.

En los restaurantes ricos dominicanos, las parejas suelen conversar de sus proyectadas vacaciones a Cancún, Venecia, Estambul, a las pirámides o los Montes Eliseos o en la París, siempre caras y bellas.

Las edificaciones de los restaurantes ricos dominicanos tienen sus paredes adornadas, y nunca falta la música agradable. Los precios casi siempre inalcanzables para personas de pocos ingresos económicos; el cliente paga con tarjetas de crédito platinium o gold, nunca en efectivo.

Los nombres de estos restaurantes en la mayoría de los casos están escritos en ingles. Los vehículos de lujos de los clientes siempre son cuidados por agentes de seguridad, y en otros casos son lavados y le chequean el aceite mientras el rico consume.

Los apellidos de las personas que acuden a los restaurantes ricos son: Piantini, Bonetti, Bogaert, Marranzini. Y quienes sustentan aquellos apellidos son de piel blanca, cabellos lacio y rostros no siempre atractivos.

También encontramos allí ricos, que aunque no sean de apellidos sonoros, han logrado ese estatus gracias a la magia de la política o los jugosos negocios (limpios o sucios), que permite al sistema capitalista en las naciones subdesarrolladas.

Personas ricas en esos restaurantes lujosos de la zona céntrica de la ciudad consumen, cuando acuden en familia y dependiendo el tipo de restaurante y la ocasión; hasta RD$10.000. Con frecuencia el rico celebra su cumpleaños por todo lo alto en estos negocios.

En los parqueos de esos restaurantes ricos se observan vehículos marcas Ferrari Enzo, Maybach, Lamborghini, Aston Martin, Roll Royce Phantom, Range Rover sport supercharged, Cadillac escalade y Hummer. Quien entra a esos lugares a pie, y de piel negra, es posible que sea detenido.

Los restaurantes de ricos de la República Dominicana se caracterizan por la vida placida, sin preocupación y de mucho “glamour”. La impresionante apariencia es uno de los puntos claves para “abrir” el apetito de quienes visitan esos lujosos negocios.

Restaurantes de pobres

Restaurantes de ricos y de pobres (comedores), dos formas diferentes de alimentarse y degustar el paladar en un mismo país. Al comedor de pobre, como su nombre lo indica, asisten profesionales de bajos salarios, obreros, empleados de tiendas, vendedores informales, y otros muchos.

Aquí también entran los comedores económicos del gobierno, sin temor a equivocarnos en República Dominicana, los más visitados. El menú casi siempre es arroz, habichuelas y carne; se oferta a RD$5.00, y es la única comida al día en muchos hogares.

En los comedores normales, el menú no cuenta con una división tan rígida como en los restaurantes de ricos. Sólo existe segmentación entre los platos y las bebidas.

La oferta de los platos se compone de la bandera (arroz blanco, habichuela roja y carne, ya sea de res, pollo o cerdo); Pica Pollo (tostones con carne de pollo frito); mondongo o cocido; niños envueltos (arroz con carne de res molida envuelto en hojas de repollo).

Además, locrio de arenque (arroz mezclado con arenque), mangú (plátano majado); Sancocho o salcocho (mezcla de víveres con carne); asopao (arroz con carne estilo sopa); moro de guandules o habichuelas rojas y negras (arroz mezclado con los frijoles); rabo “encendío”.

Como postre, suele ofrecerse: majarete, arroz con leche, morir soñando. Si prefiere algo líquido, pide una fundita o botella de agua; un refresco, una batida de leche o frutas.

Quienes suelen visitar los restaurantes de pobres, en lugar de conversar, suelen lamentar el alto costo de la vida; y el esperado número de lotería abonado que llevan jugando durante un año sin que lo canten.

Los comensales de los restaurantes pobre suelen también lamentarse del desempleo, y quienes están empleados, hablan de lo difícil que es vivir con lo poco que reciben, que apenas les alcanza para pagar una o dos habitaciones donde habitan con la familia hacinada.

Como el presupuesto no alcanza, los pobres no asisten con frecuencia a los restaurantes. Por lo regular lo hacen uno que otro día los fines de semana, ya que lo que consume una pareja en un día fuera de casa, da para comer varios días de la semana, si se compran los productos en los mercados y se cocinan en la casa.

Este tipo de comedores son instalados en habitaciones, en cuartuchos y hasta en la calle, sin ningún tipo de adornos y el género musical que predomina es la bachata. Allí no se ven las tarjetas de crédito, y se consume siempre el plato del día, todavía a RD80.00 y RD$90.00.

A los comedores pobres o económicos no acuden personas de apellidos sonoros, empresarios ni políticos, sus nombres no son en ingles, cero parqueos, no carros de lujo, sin seguridad, y la mayoría de los clientes son de piel oscura.

Estos comedores no son aptos para celebrar cumpleaños. Se caracterizan por la prisa de sus clientes, el agua fría, el cansancio y las preocupaciones. Su apariencia no es la que llama, sino el hambre y la necesidad.

Muchos de estos comedores son instalados en la calles, entrando en el renglón de comercios informales, y su clientes, en su mayoría, son personas pobres y desempleadas.

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