• Print
close

Moral – El Arte de Vivir

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Facebook
Facebook
Youtube
Instagram

Diálogo con el sacerdote Juan Luis Lorda

Néstor: El ser humano abusa de su naturaleza en la búsqueda desmedida de bienes, nunca está satisfecho. ¿Qué usted recomienda para evitar este desenfreno?

Lorda: Primero hace falta medida. Muchos bienes solo son bienes cuando se requieren con medidas. Necesitan medidas los bienes primarios: la comodidad, la salud, la comida, la bebida, etc. Y también necesitan medidas otros bienes que tienden a ser adsorbentes: el dinero, el prestigio, el trabajo, las aficiones. En realidad, todos los bienes, ecepto los más altos –el amor a Dios y a los Degas- necesitan medidas cuando no hay medidas, el exceso nos hace daño, bien porque nos dañan físicamente. (Comida, bebida, etc) o porque consumen tantas energías y el tiempo que no da para los demás.

En segundo lugar hace falta un orden de prioridades porque no podemos hacer todo a la vez: hay que elegir lo que tenemos que hacer en cada momento. Los bienes y deberes se van presentando y hay que ponerlos en orden. A veces entran en conflictos, no podemos descansar y trabajar al mismo tiempo. Hay que pasarse un momento y pensar como conjugar los distintos bienes y deberes que están en juego.

Es algo que hacemos espontáneamente tanteamos mentalmente las posibilidades de obrar y se nos plantean en cada caso los bienes a los que renunciamos y los deberes que no atendemos. A esta valoración moral que hacemos casi sin darnos cuenta se le llama “voz de la conciencia”. La voz de la conciencia no es nada más que esto: la capacidad natural de advertir en cada caso y en concreto a que deber o bien hay que atender primero. La conciencia valora que tiene prioridad y también, cuando se trata de bienes de cual es la medida.

La conciencia actúa como un caer en la cuenta de lo debemos hacer. No es la decisión de cómo queremos obrar. La decisión viene después y consiste en seguir o no el juicio de la conciencia. La conciencia no consiste en decir con la voluntad, sino en caer en la cuenta con inteligencia. Y no juzga lo que más nos apetece hacer, sino que es lo que debemos hacer.

Ante los datos que se ofrecen, se abre paso la condición de que una manera determinada de obrar es la mejor, porque es la que mejor responde la situación concretas de bienes y deberes. Por eso se suele hablar de la voz de la conciencia, como queriendo decir que es algo que oímos, que nos viene dado, que no hacemos o inventamos nosotros, sino que nos viene de la misma situación.

Es el acto más propio e interior del hombre, donde se relaciona la inteligencia que descubre la verdad y del orden y la voluntad que debe amarlo. El valor de una idea depende de esos repetidos momentos donde primero se valora lo que hay que hacer y después se decide. Es propio del hombre recto guiarse por la paz de su conciencia es decir: querer lo que la conciencia se ve.

El juicio de la conciencia se hace antes de obrar; pero se repite también cuando hemos obrado. A la vista de los resultados, valoramos si hemos hecho bien las cosas o no, o si hemos seguido o no la voz de nuestra conciencia. CONTINUAREMOS.

No Comments

Leave a reply

Post your comment
Enter your name
Your e-mail address

Story Page