Odebrecht, con respaldo de Lula, exportó corrupción a otros países: sobornos, financiamientos y asesorías a candidaturas presidenciales escogidas por el PT a cambio de facilidades para lograr contratos altamente sobrevaluados y expandir capitales mafiosos.
Hilberto Silva, jefe de ese Departamento de Odebrecht, confesó que esa corporación financió las campañas presidenciales del PLD del 2012 y 2016. En ambas actuó el binomio peledeísta Danilo-Margarita.
Marcelo Odebrech y Joao Santana confesaron que aquí se instaló el principal centro de distribución de sobornos y fondos de campañas, por las garantías que ofrecía el régimen para operar con impunidad.
Mónica Moura, esposa de Joao, dijo inicialmente algo parecido, para luego contradecirse jurando que en esas campañas no corrió el dinero de Odebrecht.
Entre los políticos, funcionarios y empresarios brasileños involucrados en esa corruptela, muchos optaron por la delación premiada: informaciones sensibles a cambio de rebaja de penas.
Mónica tomó otro carril: prefirió el premio en oro sucio por mentir, luego de largas y fructíferas negociaciones soterradas.
Dicho esto, el Secretario General del PLD, con el Comité Político detrás, se autoproclamó juez supremo de la Nación y dictó una sentencia histórica; descargando sumariamente y festivamente al Presidente Medina en una escena de mal teatro.
A continuación -desplazado el escollo del juez Alejandro Vargas- el Procurador consiguió el juez adecuado para darle paso a un acuerdo que le garantiza a Odebrech impunidad y continuidad, a cambio de una multa de 184 millones de dólares, que apenas representa la onceaba parte de los dos mil millones sustraídos al país vía sobrevaluaciones de obras contratadas.
La desesperación que embarga al cogollo peledeísta lo lleva a desconectarse de realidades muy tozudas, que las mentiras compradas a Mónica no pueden anular: identificaciones de transferencias de fondos, rutas y destinos de sobornos, sobrevaluaciones, financiamientos espurios, ilegitimidad electoral y testimonios de los jefes de Mónica, incluido Joao. Igual explotará la podredumbre de la súper-oficina y empresas locales de la familia Santana conectadas a negocios y asesorías palaciegas.
Pero además, la prepotencia, cerrazón y descaro de la jefatura de la dictadura morada está reforzando la convicción colectiva de que el fin de la impunidad precisa del fin de instituciones, partidos y gobiernos que conforman este sistema putrefacto saturado de fechorías que desbordan con creces el caso Odebrech; lo que obliga a desistir de legalismos y electoralismos infecundos.
Realidades tozudas
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