“Como una vergüenza” catalogó el empresario Celso Marranzini la situación del aumento del salario propuesto por los regidores del Ayuntamiento del Distrito Nacional a 150 mil pesos mensuales, y aunque el síndico Roberto Salcedo anunció que revocará dicho incremento, reafirmando lo expuesto por el presidente Fernández, de que “el país no está en condiciones de inflar los salarios a ningún empleado del Estado”, el tema por si sólo significa una verdadera sin razón.
Imposible dejar de pensar en la vergüenza, si se tiene en cuenta que el país no sólo está involucrado en la crisis que experimenta la economía global, sino que desde hace mucho tiempo experimentas penurias, que van desde las necesidades más elementales de la población, hasta otros servicios que no han podidos ser resueltos, ni siquiera por quienes andan en búsqueda de mejores salarios, aún siendo su responsabilidad.
Para Marranzini “el que no trabaja no debe cobrar y los ediles sólo trabajan dos horas”. Claro que hay que sumar a estos, aquellos otros que andan echando “leñas en su fogón”, sin que les correspondan tales dádivas.
El caso de los ediles del ayuntamiento capitalino ha sido más que comentado desde la primera vez que llevaron a cabo los aumentos, en 2006, sin que entonces, ni ahora, se haga caso de la incomodidad que esta actuación provoca.
Quizás siga la lista de entidades e instituciones que exijan más salarios según su categoría jerárquica, sin que para nada se tenga en cuenta a ese “Juan pueblo”, que por no ocupar “altas esferas”, debe ganar un mísero sueldo y seguir manteniendo sobre sus hombros a quienes él mismo elige para que le represente.
Ya veremos qué resultados reflejan las 36 auditarías dejadas en proceso por las pasadas autoridades, las cuales, según anunció la presidenta de la Cámara de Cuentas, Licelot Marte de Barrios, tiene listas para su aprobación y publicación.
Marte de Barrio asegura la existencia de corrupción en el sector público y el privado, lo cual no es ya sorpresa, ni noticia para nadie. Mejor esperar y ver qué otras nuevas se añaden a los lamentables sucesos que conmocionan cada amanecer, día a día.