¿No sería más productivo, más justo y más sabio hacer las carreteras del Este?
Mientras en Europa y sobre todo en España se habla de la necesidad de un gran pacto para salvar la industria vitivinícola, en Estados Unidos se celebra la despedida de un presidente abstemio y el arribo al poder de un gobernante que para no gustarle el vino tiene una cavita con no menos de mil botellas.
Recién anduve por los valles de Napa y de Sonoma, y la sensación era de que por fin había llegado a la casa blanca un promotor del sector, pero probablemente lo que no se esperaban era su prudencia en el tipo de mensajes no verbales a la clase media, porque a Barack Hussein Obama, por lo menos en sus presentaciones públicas no se le ha visto rindiendo devoción a uno de esos grandes cabernet californianos que dislocan el presupuesto.
Los que han acudido a las fiestas de los Obama no se habrán sentido decepcionados porque se ha servido buen vino, pero ninguno de esos que rebasan la categoría de gran clase mundial. No ha visto descorchar en actos con el presidente de la primera potencia global ni un Colgin, ni Araujo, ni Screaming Tagle, ni Montelana, ni Mondavi, ni Beringer, ni Phelps, ni Caymus.
En su juramentación, por ejemplo, se privilegió a una bodega de gran calidad, pero sin mayor prestigio que las anteriormente mencionadas, que es la Duckhorn, el pato, como lo hemos denominado los dominicanos al Duckhorn Vineyards.
El país recién fue sorprendido por unas declaraciones que ofreció a ESPNdeportes.com, el empresario Jesús Rodríguez Saldoval, anunciando que el Estado dominicano saldría a tomar 115 millones de dólares prestados para construir un moderno estadio de béisbol, donde opera actualmente el Estadio Quisqueya para facilitar la obtención de la sede para el Clásico Mundial de Béisbol del 2013.
“Además del estadio “Juan Marichal”, que tendrá una capacidad para 25 mil aficionados, el plan incluye una torre de apartamentos (agrego yo: en el ensanche La Fe), oficinas y parqueos”. Se habla también de un hotel.
“El sueño es viejo, pero ahora (vuelvo a agregar: en la muy apropiada coyuntura de la economía nacional e internacional) está cerca de convertirse en realidad”.
Esa fuera una inversión apropiada si fuéramos un país que estuviera buscando destino para sus excedentes, pero le cae como una pedrada en un ojo a los que habitan un terruño en el que se viven constantes interrupciones del servicio público de salud, porque no tiene recursos para dignificar el salario de sus médicos; o tiene que salir a engrosar su deuda para mejorar el precario presupuesto para la educación, o el que las instituciones públicas están confrontando dificultares para cumplir con sus cargas fijas.
Esta semana se llevó a cabo una contundente paralización de actividades en las provincias de la región Este del país, que es en estos momentos la de mayor aporte de divisas, reclamando que se arreglen carreteras que se encuentran intransitables.
Con una viabilidad apropiada en esa zona todos salimos gananciosos: los habitantes de la región que podrán trasladarse con mayor seguridad y economía, al gastar menos combustibles y conservar sus vehículos en mejor estado; los productores y trabajadores que dispondrán de un transporte más rápido y económico para suplir con productos y mano de obra la industria turística; los turistas que hallarán mejores condiciones para salir a gastar dinero fuera de los hoteles, el Estado que percibirá más impuestos y generará más empleos.
Si tenemos la posibilidad de buscar cuatro mil millones de pesos para satisfacer caprichos ¿no es más factible que lo procuremos para resolver problemas elementales?
En un país donde ocurre algo parecido ¿debe pedírseles a las comunidades que reclaman soluciones básicas, que tengan paciencia porque no hay recursos?
¿Cómo se les explica a los neyberos, que han hecho cuchumil huelgas y a los residentes de los barrios de la zona sur de Santiago de los Caballeros, que esta semana dejaron sin efecto una paralización?
El último que nos ha advertido que la crisis de la economía mundial y especialmente la de los Estados Unidos es más profunda de lo que se ha admitido y que va para largo, con secuelas catastróficas para las economías satélites como la dominicana, es el padre de la lingüística moderna y analista de gran prestigio, Noam Chomsky, pero seguimos actuando como si hubiésemos hallado varios pozos petroleros.