Verano 1945. Escuela Secundaria José Joaquín Pérez, estoy en el segundo año de bachillerato. Nos atrae la literatura, el profesor es el doctor en medicina Don Julio Dewindt Lavandier, cuyo verbo sereno, sabio, profundo nos pone en el silencio de aprender. Expresa la enseñanza sumido en sublimidad, su mente viaja a Chile, de allí nos entrega a la maestra de profesión y consagración de la poesía. Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral.
El placer de vivir
Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
corazones y las dificultades del problema.
Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en error de que solo se hace mérito
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
que son buenos servicios: ordenar una mesa,
ordenas unos libros, peinar una niña.
Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarte así: El que Sirve.
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos
pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Gabriela Mistral
Gabriela, maestra, educadora, humanista, entrega todo lo que debemos hacer, desear, amar, para ser tránsito como son los planes de Dios para con sus hijos. Este es el sueño despierto de estar meditabundo. Dios nos proteja!
De mi bitácora: Gabriela Mistral
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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