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“Soy sonero de corazón. Llevo el Son en la sangre”

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Con la humildad de los grandes recibió al equipo de DominicanosHoy, José Abreu Vargas, conocido en la República Dominicana y en el mundo como Cheché Abreu.

Amparado en la complicidad de sus paredes, plenas de trofeos, diplomas, reconocimientos y algún que otro recorte de un periódico, el célebre sonero y merenguero recupera su salud, porque todavía tiene que seguir haciendo muchas cosas en este mundo…

– El rey del Son en la República Dominicana. El señor de los sombreros. ¿Sonero o merenguero? ¿Cómo se considera a sí mismo Cheché Abreu?

“Las dos cosas: sonero y merenguero. Celia Cruz me dijo una vez que yo parecía haber nacido en Cuba, por la manera en que siento el Son cubano y lo interpreto. Sí, soy ante todo un sonero. Pero, no me considero el primero de todos ellos en el país. Aquí hay figuras como Eloy Tejeda, Manolo Minaya, Cuco Valoy, Carlitos Taylor, Luís Peralta; sin olvidar a Francis Santana, por sólo nombrar a algunos de los viejos patriarcas del Son montuno.

“Soy el creador del ritmo Mangué y creo que he hecho todo lo posible en mi vida por representar a mi país en los escenarios del mundo. De hecho, hubo momentos en que llenamos completamente el Madison Square Garden en dos ocasiones, en un mismo día, y plazas enteras en Venezuela, Puerto Rico y España”.

– ¿El Mangué?

“Si, fue con este ritmo que nos dimos a conocer en el mundo como soneros. En verdad, me inspiré en mi primo y compadre Cuco Valoy, a quien admiro. El Mangué se toca y se puede bailar como Merengue. Es un merengue-sonero”.

“Inicialmente, Cheché Abreu y el Septeto Manoguayabo éramos soneros, después lo agrandamos hasta 14 músicos y nos llamamos Cheché Abreu y los Colosos, nombre que nos dio el conocido productor Corporán de los Santos. Había aquí grandes merengueros como Johnny Ventura, Joseíto Mateo, Vinicio Franco, Félix del Rosario y mi compadre Francis Santana”.

“Como sabía que no podía compararme con esos grandes, creé un estilo para tocar algo parecido, llamado Mangué, con el que tuvimos éxitos y nos dimos a conocer en el mundo”.

– Muchos le conocen por su interpretación de “la Negra Pola” ¿Cómo fue el origen de este tema?

“SÍ, con ese tema he caminado medio mundo. He grabado más montunos que merengues. La historia es la siguiente: fue escrito por Pochy Familia, quien un día, cuando yo salía de la Voz Dominicana, en noviembre de 1980, se me acercó, me haló por el saco en medio de tanta gente, y me entregó la letra. Al decirme él que se llamaba la Niña Pola, yo recordé a una señora llamada la Negra Pola, a quien había conocido en Samaná en 1966, vendiendo frituras. Ella me pidió que le dedicara un tema en la televisión. Le expliqué, entonces, que yo no era artista de ese medio, pero que si un día llegaba, cumpliría su deseo”.

“Le cambié la letra, pero dándole a Familia sus derechos de autor, y se lo dediqué a la Negra Pola, a quien tuve la suerte de encontrar en 1982, con sus hijos y nietos. Pude bailar con ella su canción”.

Cheché Abreu, nació hace ya siete décadas, en la finca “La Caoba”, de Manoguayabo, a unos once kilómetros de la capital. Durante los primeros años de su vida debió trabajar duro. Con apenas 7 años ayudaba a su padre en los conucos, también laboraba como lechero, jardinero, constructor, hasta que se enroló en la Marina, donde alcanzó los grados de capitán.

Pero, hubo algo que marcó la vida del muchacho empeñado en hacer que crecieran sus sueños. En los primeros años de la década del 60, aprendió a tocar guitarra y, desde entonces, la música se instaló en cada uno de sus poros.

Record de bailes

Cheché Abreu recuerda los primeros pasos de El Septeto Manoguayabo y después…: “Cuando crecimos hasta 14 músicos, nos proyectamos con más fuerza. Comenzamos a grabar nuestros discos y hubo ocasiones que en distintas emisoras sonaban cuatro temas nuestros seguidos”.

“En 1979, azotaron los huracanes David y El Federico y fíjese que con ciclón y todo realizamos 341 bailes en el país y tuvimos dos giras internacionales, a Nueva York y Puerto Rico”.

“En el 80, hicimos 352 bailes y cuatro giras por el mundo, que comprendió Haití, Nueva York, Puerto Rico y Venezuela. En ese año salió a la luz el tema de la Negra Pola, el cual le dio mayor proyección al grupo. Por esa razón, en 1981, efectuamos 368 bailes. Eran verdaderos record para la época. Por ahí medían a los grupos de entonces, que eran homenajeados con los Premios Dorados, los Casandra de ahora”.

-¿Ganaron Premios Dorados?

“Sí, uno en el 79, otro en el 80 y luego fuimos nominados. Casandra me hizo el año pasado un homenaje”.

-Casi cinco décadas en la música, ¿qué significa para su vida haberse dedicado a ella, incondicionalmente?

“La música ha significado mucho para mi. Con ella he ayudado a mi familia, a mis hijos, diez en total, para que hicieran carrera. También he apoyado a muchos otros músicos y a personas necesitadas. En mi grupo, hasta que desintegré Los Colosos en el 79, tras el primer derrame cerebral que me dio, todos compartíamos por igual las ganancias, compramos carros y casas”.

“No estoy de acuerdo con esos directores que llegan a los sitios en yipetas lujosas, mientras los músicos andan por las calles, en carros públicos, con los instrumentos bajo el brazo”.

“En Manoguayabo formé, junto a otros compañeros, el Comité de Desarrollo de la Comunidad, para ampliar la escuela del lugar; ayudamos en la construcción del Liceo Las Américas, la iglesia, la botica popular y el centro médico”.

– ¿Sus maestros?

“Francis Santana, Frank Cruz, Joseíto Mateo, Vinicio Franco, Cuco Valoy, Johnny Ventura, Félix del Rosario y otros grandes del folclor y la cultura dominicana. Este país, gracias al señor, ha dado muchas grandes figuras que nosotros, los que hemos tenido la suerte de nacer aquí, hemos podido copiar, en el arte y en la vida, por su moral y ética.

“Soy un seguidor también de alguien que ha sido insignia para mi: Benny Moré. También soy admirador del Septeto Habanero, Los compadres. Los grandes músicos cubanos, algunos que ya se han ido de este mundo y otros viven. Son numerosas las personas que me han servido como guía, para ser el ser humano que soy”.

Un hasta pronto

Abreu dice estar agradecido de su pueblo natal, Manoguayabo, por el amor que siempre le ha demostrado. Allí, su sobrino Pedro Martínez, el pitcher, reunió a centenares de personas para rendirle un conmovedor reconocimiento.

Acerca de cómo marcha la música dominicana en estos tiempos, la gloria de la cultura nacional reconoce que los autores de los merengues de la calle están creando un nuevo estilo; pero, les recomienda emplear buena letra y arreglos musicales que se adapten a los bailes.

Orgulloso de sus tradiciones, Cheché Abreu confiesa a toda voz que se considera sonero de corazón: “Llevo el Son dentro de la sangre. Canto merengues, bachata; pero lo que más me gusta interpretar es el son montuno”.

Próximo a viajar a los Estados Unidos junto a su familia, prevé allá conciertos y diversas interpretaciones. No descansa el hombre que nos despide tocando el tres, ahora con manos sin mucha de ejercitación, debido al reposo necesario tras sufrir el cuarto derrame cerebral.

Con la sonrisa ancha, el acostumbrado sobrero y esa promesa de que pronto estará de regreso en el país para continuar ofreciendo su música, Cheché Abreu dice: “Hasta pronto. Porque estoy agarrado al señor y él me necesita aquí todavía. Tengo muchas misiones que cumplir aún”.

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