No resultó “estremecedor” para el pueblo de la grande de las Antillas, como algunos pensaron, la noticia que daba cuenta el pasado 16 junio de que el presidente de Estados Unidos Donald Trump había firmado una orden ejecutiva que daba marcha atrás a algunas de las medidas impulsadas durante el gobierno de su antecesor Barack Obama, a partir de las cuales tomaron otros derroteros las relaciones de Cuba y Estados Unidos.
La historia tiene el don de servir de verdadero diccionario enciclopédico, y si se buscan en ella las respuestas, estas aparecen como racimos que diseminan el denominado “recrudecimiento” trumpiano, que no significa novedad alguna , sobre todo si se escudriñan los últimos cincuenta años de acontecer cubano y su sobrevivencia pese a todos los pronósticos de hombres como Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, cuyas presiones acompañaron esas acciones que entorpecen y dañan no solo a Cuba, sino a los propios estadounidenses.
Pero no siempre fue así…
En septiembre de 2015, las agencias internacionales afirmaban que Donald Trump pensaba positivamente sobre el acercamiento a Cuba y había comentado en sus “reality shows” que “cincuenta años es suficiente”, declaración que lo distanciaba en tales momentos de sus opiniones en contra de la política exterior de Barack Obama. Simultáneamente, el senador Marco Rubio prometía por escrito y en discursos lograr un retroceso total en las relaciones entre ambos países, “con cierre de embajadas y la reincorporación del nombre en la lista de estados patrocinadores del terrorismo”.
Sin cumplirse todos los designios de Rubio, por ejemplo el cierre de las embajadas, Trump aseguró en su discurso en el Teatro Manuel Artime, de Miami, en junio pasado, que daría marcha atrás a la política de Obama y recrudecería las medidas que afectan al pueblo cubano: “Estoy cancelando todo el acuerdo bilateral del último gobierno (Barack Obama). Estoy anunciando una nueva política, como prometí durante la campaña, y firmaré ese contrato en esa mesa en solo un momento”, dijo y añadió:
“Fuertemente restringiremos los dólares estadounidenses que vayan a los militares y a los servicios de inteligencia… Aplicaremos la prohibición sobre el turismo. Aplicaremos el bloqueo“. De manera que las injustas sanciones unilaterales que el gobierno norteamericano ha impuesto durante más de medio siglo a cubanas y cubanos continuarán, amparadas por los elogios de quienes segregan el veneno de la intolerancia tras aunar millones de dólares en su carrera política, de la que han sacado sustanciosos dividendos económicos.
Sin duda alguna, quienes reafirman buscar el bienestar de la tierra de sus ascendientes, como Marco Rubio y Mario Díaz-Balart olvidan que no “hay sector en Cuba que no sufra las consecuencias del bloqueo. La aplicación de esta política afecta los servicios, la salud, la educación, la economía, los precios, los salarios, la alimentación y la seguridad social. No hay elemento en la vida cotidiana del cubano en que no esté presente el impacto del bloqueo», tal y como publicó el diario Granma el pasado 9 de septiembre de 2016, donde detalla que en 2015, “Cuba cuantificó el daño económico ocasionado por esta medida. Durante estos años, el bloqueo ha provocado perjuicios por más de 121.000 millones de dólares. Además, el informe señala que el daño económico, considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, asciende a 833 mil 755 millones de dólares».
Otros senadores califican “hipócrita política”
Sin embargo, otras voces se alzaron de inmediato, como la del senador demócrata Patrick Leahy, quien criticó la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba y expresó ante la prohibición: “Es francamente absurdo que tal normativa sea necesaria para restaurar la libertad del pueblo estadounidense para viajar, la cual el Gobierno federal nunca debería haber llevado”.
Patrick Leahy dejó claro que la mayoría de la Cámara está en contra de la prohibición de los viajes a la Mayor de las Antillas y expuso que la política anunciada por Trump “no es la que defiende la mayoría de los ciudadanos estadounidenses (…) el presidente debería de haber escuchado al pueblo y no a una minoría minúscula que apoya el fin de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos”.
El legislador demócrata calificó de “hipócrita la política de Donald Trump respecto a Cuba y dijo que parece que solo la apoyan dos cubanoamericanos que jamás han viajado a Cuba, en referencia a Marco Rubio y Díaz-Balart”.
Posición de Cuba
La agencia Reuters publicó este 16 de junio un reporte en el cual refiere que para el Gobierno cubano “la nueva política del presidente de Estados Unidos Donald Trump hacia la isla es un retroceso en las relaciones entre los dos países, pero que sigue abierto a un diálogo respetuoso y a la cooperación en temas de interés mutuo”.
Revertir en parte la histórica distensión emprendida por Barack Obama no es la solución, observa el documento que además apunta: «Nuevamente el Gobierno de Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de recrudecimiento del bloqueo (…) que no sólo provoca daños y privaciones al pueblo cubano (…) En los dos últimos años se ha demostrado que los dos países (…) pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambas naciones y pueblos, pero no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, ni acepte condicionamientos de ninguna índole», subraya.
“Trump derogó asimismo la Directiva Presidencial de Política Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, emitida por el presidente Obama el 14 de octubre de 2016, la cual aunque no ocultaba el carácter injerencista de la política estadounidense, ni el objetivo de hacer avanzar sus intereses en la consecución de cambios en el orden económico, político y social de nuestro país, había reconocido la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba y al gobierno cubano como un interlocutor legítimo e igual, así como los beneficios que reportaría a ambos países y pueblos una relación de convivencia civilizada dentro de las grandes diferencias que existen entre los dos gobiernos. También admitía que el bloqueo era una política obsoleta y que debía ser eliminada”, señalaba el texto en otra de sus partes y concluía:
“Los anuncios del presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario de la opinión pública estadounidense, incluyendo el de la emigración cubana en ese país, al levantamiento total del bloqueo y a las relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos (…)En su lugar, el Presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, toma decisiones que favorecen los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino (…) Cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos más sutiles, estará condenada al fracaso (…) Como hemos hecho desde el triunfo del 1ro. de enero de 1959, asumiremos cualquier riesgo y continuaremos firmes y seguros en la construcción de una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible”.
Algunos datos al margen:
La política reafirma el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba.
Se opone a las convocatorias en las Naciones Unidas y en otros foros internacionales que apoyan a Cuba y piden el fin del bloqueo.
Los viajes con fines educativos no académicos se limitarán y tendrán que ser en grupo.
Se prohíbe el viaje individual autodirigido permitido por la administración Obama.
Los cubanoamericanos podrán seguir visitando Cuba y enviar remesas.
La nueva política limita las actividades económicas con empresas vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Mantiene que las entidades estadounidenses puedan desarrollar vínculos con el sector cuentapropista.
El memorando dirige a los Departamentos de Tesorería y Comercio para iniciar el proceso de emisión de nuevas regulaciones dentro de los 30 días.
Los cambios de política no tendrán efecto hasta que los Departamentos hayan finalizado sus nuevas regulaciones, un proceso que puede tardar varios meses.
Se mantienen los acuerdos migratorios.
NO restablece la política de “pies secos – pies mojados”.
Cuba NO regresa a la controvertida lista estadounidenses de países que financian el terrorismo.
La administración Trump ordenó el fin de los viajes “pueblo a pueblo individual”, que permitían a los ciudadanos estadounidenses trasladarse a Cuba sin el auspicio de una organización. Las nuevas regulaciones entrarán en vigor en “los próximos meses”, según la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC).
Se confirma que Trump prohíbe a las empresas de su país hacer negocios con sectores ligados a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
En los últimos días, legisladores, empresas, analistas políticos y económicos, han instado a no dar marcha atrás en el acercamiento a Cuba, pero el mandatario hizo oídos sordos.
Según analistas políticos, esta decisión atenta contra la política de Trump de “Estados Unidos Primero” (America First), pues sus medidas contra Cuba perjudican también al país norteamericano.
En su discurso introductorio, Rubio fustigó la decisión de Barack Obama de restablecer las relaciones con Cuba y elogió a Donald Trump por el retroceso en este sentido.
También habló el gobernador de La Florida, Rick Scott, quien el pasado enero amenazó a los puertos de su estado que recibieran mercancías provenientes de Cuba. Finalmente, el encargado de presentar a Trump fue el vicepresidente, Mike Pence.