Las autoridades públicas, privadas y todo el que le duele el hambre, el desempleo, la miseria, el sufrimiento y el atraso de los residentes de la provincia Bahoruco, deben fijar posición, aunar esfuerzo, estrechar sus manos y elevar la voz por todo lo alto declarándola en estado de emergencia.
La gente de los municipios, los parajes y las secciones de esta empobrecida comunidad no aguantan más. Sus representantes congresuales, además de estar discapacitados para someter proyectos que redunden en beneficio de la mayoría, no frecuentan la provincia, mientras los síndicos y encargados de distritos se encuentran totalmente desconectados de sus munícipes al no contar con recursos suficientes para responder a las necesidades más perentorias.
Desde el municipio de los Ríos, hasta el último paraje de Tamayo, es una sola carencia y un solo grito que debe ser escuchado por el gobierno y sus funcionarios locales, los cuales están obligados a ir en su auxilio, no solamente en tiempo de zafra electoral.
No basta con lamentarnos por el fatídico accidente vehicular ocurrido en la carretera San Cristóbal-Baní donde perecieron varias personas, la mayoría nativas del poblado de Galván, de la provincia Bahoruco. No es hora de llorar, sino de buscar las alternativas de lugar para mejorar las condiciones de las calles, de manera que hechos de esta naturaleza no sigan ocurriendo en esos estrechos e inservibles tramos carreteros.
Es triste decirlo, pero todas las provincias del suroeste son comunicadas por una sola vía que comienza en el cruce de Vicente Noble-Barahona, pasando por Bahoruco hasta el municipio de Jimaní.
El San Bartolomé, principal centro asistencial de la provincia, con sus precariedades tiene que responder a toda la región del sur largo, porque las policlínicas y subcentros sanitarios sólo cuentan con la voluntad y el buen deseo del personal médico y paramédico para atender a los pacientes que acuden en busca de mitigar su estado de salud.
Las escuelas de los principales municipios de Bahoruco presentan un progresivo estado de deterioro, con personal docente mal pagado, con alumnos escuálidos, agrestes y desteñidos por el hambre, con pocas butacas, sin material gastable, paredes agrietadas y sin pintar, con un entorno polvoriento.
En estos momentos, Bahoruco reclama la atención del gobierno, porque necesita ya la construcción de la presa de Monte Grande, la cual fue aprobada hace unos diez años en la gestión senatorial del ingeniero Francisco Jiménez Reyes, la cual irrigará y levantará del marasmo en que se encuentran los predios agrícolas de las provincias Bahoruco e Independencia.
La población del municipio de Villa Jaragua no soporta las largas y tediosas tandas de apagones, el deterioro de sus calles y la escasez de agua potable.
Los campesinos y las familias del pujante municipio de Tamayo, cada día observan el deterioro de sus condiciones materiales de vida, por la falta de inversión pública y privada, situación que obliga a los jóvenes abandonar la escuela, sus comunidades y refugiarse en el alcohol, las drogas y en la delincuencia.
Por ser Bahoruco una provincia desprovista de los recursos sanitarios suficientes y al compartir sus tierras con el vecindario haitiano, aprovechamos la oportunidad para hacer un llamado de alerta a las autoridades de Salud Pública, para de esta manera atenuar los posibles efectos y avance de la pandemia de la gripe porcina, la cual ha cobrado varias víctimas en la ciudad de México.