Vivimos en una tierra adonde a la gente le encanta perdonar, y quiere perdonar. Y no podría estar más orgulloso de vivir en una tierra así.
¿Pero cuáles son las probabilidades de que los ciudadanos de este bondadoso lugar tengan algún interés en perdonar a un sinvergüenza como Manny Ramírez?
Y si lo tienen, ¿por qué habrían de hacerlo?
¿Por qué deberían perdonar a un hombre que estuvo dispuesto a hacer algo tan estúpido, para luego intentar
lavarse las manos de su transgresión diciendo, básicamente, que toda la culpa fue de su médico?
¿Por qué deberían perdonar al hombre que personalmente saboteó la mágica temporada de un equipo como los Dodgers,
la única franquicia de la tierra que estuvo dispuesta a pasar por alto su oscuro pasado, a trabajar con él para
restaurar su mancillada imagen y hasta a construir todo el equipo alrededor de su dulce swing, sus largas rastas y su simpática sonrisa?
¿Por qué?
¿Por qué los aficionados de cualquier equipo, y sobre todo de éste, volverían a creer en Manny?
Con el correr de los años, hemos aprendido que es posible que los jugadores ligados con el consumo de drogas ilegales reciban una segunda oportunidad. Pero Manny ya ha puesto en serio peligro la posibilidad de convertirse en uno de estos jugadores. Veamos por qué.
Los jugadores que fueron perdonados no pidieron perdón, se lo ganaron.
Fueron hombres como Andy Pettitte, cuyas reputaciones ya de por sí eran impecables, y quienes dieron un paso al frente y contaron su historia de manera que la gente pudiera identificarse con ellos.
Nos contaron lo que hicieron. Nos contaron por qué lo hicieron. No arrojaron explicaciones a medias que se
comprobaron como falsas 20 minutos más tarde.
Y lo más importante, asumieron la responsabilidad — TODA la responsabilidad. No intentaron hundir a sus doctores, ni a sus compañeros, ni a sus tontos primos. Dijeron, "Yo fui el que hizo esto. Cúlpenme a mí".
Y cuando terminaron de contar sus historias, éstas sonaban verídicas. Creíbles. Humanas. Esa es la clase de personas que perdonamos en este país — las personas que nos dan buenas razones para perdonar.
Pero ahora miremos a Manny, y cómo se compara con los miembros de este grupo.
¿Qué palabra usaríamos para evaluar su reputación anterior? Hmm, "impecable" no es una opción, ¿verdad?
Fuera de Nueva Inglaterra la gente podría describir su reputación como, bueno … accidentada. O complicada. O confusa.
Por otra parte, los aficionados de los Medias Rojas sin duda deben tener otros términos en la cabeza. Palabras que
no usaríamos en una conversación informal en familia.
Palabras que definitivamente no escucharás en un episodio de los "Teletubbies".
Pero esas palabras ya no importan. Todo lo que importa es que Manny había construido una estructura de confianza
frágil y dudosa — excepto con el segmento de la población catalogado como "fanáticos de los Dodgers".
Así que no hay mucha gente predispuesta a darle el beneficio de la duda. Ese es el punto. ¿Y por qué habrían de hacerlo?
Ahora observemos cómo Manny decidió explicar cómo fue que se metió en este lío:
"Recientemente visité un médico para una situación de salud personal. Él me dio un medicamento, no un esteroide, que él pensó que me podía dar.
Desafortunadamente … ".
Bueno, suficiente de esa declaración pública cuidadosamente redactada. Ya tenemos una idea.
Nuestro primer impulso, a primera vista, es sentir una punzada de compasión. Después de todo, ¿quién de nosotros no ha tenido un problema de salud? ¿Quién de nosotros no ha acudido a un médico para solucionarlo? ¿Quién de nosotros no ha recibido una medicación para tratarlo?
Suena tan inocente … tan normal.
Pero espera un minuto.
Resulta que este médico que fue a ver no era el médico del equipo — el médico que el 99 por ciento de los jugadores consultan cuando tienen un "problema personal de salud" durante los entrenamientos de primavera o la
temporada.
Resulta que este médico ni siquiera atiende en el estado de Arizona, adonde los Dodgers habían basado su campo de
entrenamiento en el momento que Manny tuvo este "problema personal de salud". De hecho, estaba a 2.000 millas de distancia, en Florida.
Ah. Bueno.
También resulta que este "problema personal de salud" fue … ¿cuál exactamente? Obviamente un problema que indujo a su médico a recetarle una droga de fertilidad femenina. Ya puedes ver cómo la historia aparentemente inocente de Manny se va cayendo a pedazos como la antigua Roma.
No es que tuviera un dolor de muelas y necesitara una receta para comprar un calmante. No es que tenía sinusitis
y necesitaba un antibiótico.
Estaba tomando una — ¿cómo era? — ¿una droga de fertilidad femenina? ¿Por qué? Tal vez solamente quería casarse con la madre de los octillizos. Ya captas la idea.
He leído todo lo que pude encontrar online sobre los posibles usos de la hormona gonadotropina coriónica (similar a Clomid), que ESPN.com está reportando sería la droga en cuestión. Y déjame decirte una cosa — estoy casi 100 por ciento seguro de que Manny no estaba teniendo problemas para ovular. Y que no padecía un síndrome de ovario poliquístico. Y si lo tuviera, hay muchas cosas que no sabemos sobre sus últimos días en Boston.
Si sigues leyendo en profundidad sobre esta droga, descubrirás que ocasionalmente se usa para tratar la infertilidad masculina. Pero si lees la letra chica, también descubrirás que, según sharedjourney.com:
"La FDA no ha aprobado el uso de Clomid en hombres, ni ha demostrado ser especialmente efectiva".
Grandioso. ¿Entonces por qué un médico se la habría recetado a un hombre como Manny?
Buena pregunta, ¿verdad?
Un especialista en fertilidad masculina honesto no lo haría, ¿cierto? Y un médico recto que trata a un atleta profesional también sabría que podría saltar un poisitivo en los controles antidoping. ¿Verdad?
¿Entonces, cuál es la explicación lógica aquí? Esa es una pregunta que todo aficionado racional debería estar
haciéndose en este momento.
A todos nos encantaría creer que las intenciones de Manny, cuando tomó esta droga fueron buenas. A todos nos
encantaría creer que este "problema personal de salud" fue lo suficientemente serio como para que se sometiera a un tratamiento poco ortodoxo que ni siquiera está aprobado por la Administración de Comida y Dorgas (FDA, por sus siglas en inglés).
Pero seamos sinceros, amigos, si todos estos reportes son correctos, creerle sería un acto de fe que solamente Robbie Knievel podría intentar.
Y debemos saber algo del programa antidoping del béisbol: El objetivo del mismo no es atrapar a personas inocentes que están usando recetas médicas comunes y corrientes para tratar molestos "problemas personales de salud".
Básicamente, la lista de sustancias por las que puedes salir positivo recaen en tres categorías:
1. Sustancias que usarías para hacer trampa.
2. Sustancias que usarías cuando estiras el límite de las drogas de rendimiento permitidas.
3. Sustancias que usarías para tratar una condición que recae en la limitada lista de "Excepciones Terapéuticas" de MLB, como el ADD.
Pero no hay indicios de que Manny o sus doctores hayan contactado al sindicato de jugadores o a MLB para solicitar
una Excepción Terapéutica. Así que aquí se cae la posibilidad de un error inocente. Y con eso fuera, ¿qué nos queda?
Estaba usando lo que fuera que estaba usando para mejorar su rendimiento.
Sinceramente, me encantaría creer que estoy equivocado. Lo digo en serio. Admiro a los grandes atletas, y me gusta ver a Manny batear.
Así que espero que pronto tengamos una explicación más lógica. Lo digo muy en serio. Espero que esta historia
tenga un final feliz.
No me gustaría ver a nadie caer al fondo del cañón, adonde Roger Clemens ha sido desterrado durante el último
año y medio. No creo que nadie merezca ser tratado así por haber tomado la sustancia equivocada en el momento
equivocado.
Como una vez dijo un amigo mío, no importa lo que hayan hecho estos hombres, no merecen ser tratados como si fueran
peores que O.J.
Pero después de los tristes eventos de este memorable jueves de mayo, las probabilidades de que Manny Ramírez le escape a este oscuro destino no son buenas.
Esta vez — a diferencia de aquellos días de eufórica Mannymanía el verano pasado — su bate mágico y sus abundantes rastas no alcanzarán para ganarse a un público que ya no lo adora.