Cuando andaba por los 88 veranos jugaba tenis, daba clases en la Academia Naval y en la Academia de la Dirección Nacional de Control de Drogas, donde aún continuo.
Ahora doy charlas de ética y moral en el Ejército. Gracias Dios, me siento bien.
Observo que los malos momentos han abierto camino a una gran alegría más espléndida. Muchos han caído para levantarse más felices y prósperos. Esto nos dice que debemos controlar nuestro interior en el entendimiento de su suerte y en la aceptación a esta, sabemos que no hay nada que sea considerado por la osadía de la fortuna, que tiene los mismos derechos sobre los poderes que sobre los poderosos, el mismo poder contra las ciudades que contra los hombres. Nada de esto debe hacernos sentir mal, pues son las reglas que surgen en el universo donde hemos entrado. Si les agradan obedézcanlas, si no, vengan por donde quieran. Siéntanse mal, indignado si una inicuidad se ha creado contra usted.
Varias veces me pregunto ¿El bien-el bien. Entre los excesos no he encontrado uno más peligroso como el bien? Es por lo menos el más fácil de corregir.
Jugando el tenis la energía llega hasta la tenacidad y la honradez tiene el inconveniente de ser demasiado escrupulosa. Esto nos indica que son delicadezas que nunca me hubieran permitido ejercer un cargo público. Me niego adular y mentir. Ni acomodar a costumbres que me parecen malas.
El gobierno de los dominicanos es una función delicada y difícil. Necesita que uno se empiece por rechazar a los que se pretende dirigir. Ciertamente se debe tener la intención de mejorarlas, pero es preciso tomarlos como son. La primera ley de la política es no desear sino lo que sea posible.
No sé por qué ahora se presenta un momento retrospectivo. Obedezco, es una fuerza que impone la razón. En el año 1954 estudiaba Artillería Naval en la estación naval de Anacostia, Armada de los Estados Unidos, Washington, DC. Los viernes en la noche veía un programa de preguntas y respuestas en la televisión. El maestro de ceremonia le preguntó a un niño ¿Qué crees tú es la cosa más grande del mundo? Hubo una pausa prolongada tanto en el escenario como los que veíamos el programa. El niño respondió: “Creo que es la salvación. La pausa fue más prolongada. El maestro de ceremonia que había estado pausado, le dijo: “Tú tiene razón niño, después de todo esa es la cosa más grande”.
El 18 de agosto de 2006 durante el curso Historia de José, en la Escuela de Evangelización Juan Pablo II, leía que Jesucristo en una ocasión alabó al Padre: “Señor del cielo y de la tierra, que escondió muchas cosas de los sabios y de los entendidos y se las reveló a los niños. La contestación en el programa de televisión, esa fue una de ellas.
Nos preguntamos ¿Para qué le sirve al hombre toda la riqueza, si por obtenerla pierde su alma? Este es uno de los males que está en aumento en la sociedad universal y sabemos que es detenible, solo actuar con la responsabilidad debida, ser hombre, defender los sagrados intereses de todos. De seguro no se arrepentirá el que oiga y ejecute el cumplimiento que reclaman a voces de los deberes del eterno.
Nuestro invitado de hoy es Ígor Stravinski: “Si todo estuviera permitido, me perdería entre tanta libertad.
Consérvese bueno…
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana