El 16 de agosto de 1978, día de la Guerra de la Restauración, el profesor Juan Bosch publica un artículo en el semanario Vanguardia del Pueblo sobre la vida del general dominicano más controversial (amado por muchos y odiado por otros), Pedro Santana. Narró sobre el golpe de suerte o la forma insólita en que se convierte en hatero. La palabra hatero, según Bosch, significa dueño de reses y de las tierras donde se dan la yerba que come el ganado y los víveres que usan los seres humanos. El hatero de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX era en nuestro país socialmente poderoso porque disponía de animales de carne y de transporte. Fue un sector conservador.
Bosch cita un libro de Rodríguez Demorizi (Papeles de Santana, Stab. Tipográfico G. Menaglia, Roma, 1952) leemos (páginas 43-45) que el padre de Santana, llamado también Pedro, salió con su familia de Hincha, hoy territorio haitiano. Se mudó a Gurabo de Santiago y más tarde en Sabana Perdida a orillas del río Ozama.
Aquí padeció una terrible y prolongada enfermedad que obligó a sus dos hijos (los mellizos Ramón y Pedro), desde tierna edad, a trabajar para mantener a su padre con el corte de leña, que conducían por el Ozama en canoas a vender a la capital. Al morir el padre, los mellizos se van a El Seibo a trabajar agricultura, hasta que Pedro contrajo matrimonio, en 1826, con doña Micaela Rivera, viuda del rico hacendado don Miguel Febles. Pedro se mudó a la pujante hacienda el Prado, propiedad de su esposa. Pasó de pobre agricultor a rico hatero; luego héroe de la Guerra de Independencia y presidente de la República. Y controversial por liderar la anexión del país a España: esto provocó la Guerra Restauradora para reconquistar la independencia.