La inteligencia emocional es esencial para tener éxito en el trabajo y en tus relaciones personales. Aquí te damos varios consejos para desarrollar esta habilidad.
La inteligencia emocional es la capacidad de identificar y administrar tus propias emociones y las emociones de los demás. Pero ¿qué pasa si no has tenido suerte y no has nacido teniendo esta habilidad? Aquí te explicamos cómo desarrollarla.
¿Por qué es tan importante la inteligencia emocional?
Según la revista de divulgación psicológica Psychology Today la inteligencia emocional es absolutamente esencial para formar, desarrollar y mantener relaciones personales cercanas.
Saber formar relaciones cercanas es esencial no sólo para tu vida personal sino también profesional.
A nadie le gusta trabajar o tener una cita con una persona incapaz de establecer una conexión verdadera.
Si piensas que tú puedes ser una de estas personas a las que le cuesta crear vínculo con los demás, no desesperes: a diferencia del coeficiente intelectual (IQ), que no cambia significativamente a lo largo de nuestra vida, la inteligencia emocional puede evolucionar y aumentar con la práctica.
- Presta atención a tus emociones
Taza de café y cuadernoA nadie le gusta trabajar o tener una cita con una persona incapaz de establecer una conexión verdadera. Foto: GETTY vía BBC
En la vida moderna corremos de un lado para otro, ocupados con el trabajo y con nuestras relaciones personales.
Como consecuencia muchas veces no nos paramos a pensar en cómo nos sentimos.
El problema con esto es que corremos el riesgo de hacernos daño a nosotros mismos y a los demás al no afrontar nuestras emociones.
Nadie quiere llegar a casa y encontrarse con alguien que está de mal humor todo el rato y no sabe por qué.
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Comprender nuestras emociones también es muy importante en el trabajo. Un buen jefe es responsable de crear un buen ambiente en la oficina, y el mal (o buen) humor es fácilmente contagioso entre los trabajadores.
Si te sientas falto de práctica, prueba el siguiente ejercicio.
Pon una alarma dos o tres veces al día. Cuando suene la alarma, respira con profundidad y dedica un par de minutos a examinar cómo te sientes. Identifica qué sientes y por qué. Ya verás cómo dentro de poco lo haces sin darte cuenta.