Demostrado está que a toda agrupación política, como el partido Revolucionario dominicano, cuyas características de apertura policlasista, donde cualquiera interrumpe su disciplina e institucionalidad, se le hace súper difícil ser una organización democrática.
Una franja de los perredeístas podríamos en el fondo estar contentos y de acuerdo con lo pactado y firmado por Miguel Vargas y el presidente Leonel Fernández, pero la forma y lo elegante hubiese sido que lo que se hizo obedeciese a un mandato de los organismos partidarios de decisión.
Por lo pronto todo ha resultado ser una puñalada trapera a los principios de una organización que ha hecho aportes históricos significativos a la democracia dominicana.
Ahora más que nunca se hace necesario que las ideas renovadoras, democráticas, revolucionarias y de izquierda dentro del PRD emerjan con mucho más fortaleza.
El partido más viejo de nuestra historia, el de la vanguardia, el de más arraigo en las luchas populares, el de la revolución de abril, el de las grandes conquistas y el que produjo al líder más grande de nuestra política vernácula, no debe arriar su bandera de combate, de sus ideas de libertad, de sus sueños y jamás apartarse de su gran anhelo que es el de construir una sociedad dirigido por un gobierno que comparta y distribuya de manera equitativa la riqueza nacional.
Ha nacido el “Foro Renovador” como espacio de reflexión y como corriente de compromiso con el socialismo democrático, para socializar, empoderar y promover entre las bases del perredeísmo la realización de un Congreso Nacional que permita adecuarlo a los requerimientos del presente y a las demandas de la sociedad, asumiendo una orientación política que le permita trillar el verdadero camino hacia la toma del poder político en la República Dominicana.
La unidad monolítica de los perredeístas, la educación, la confianza, la formación y la capacidad de gerencia y convocatoria, formulación de propuestas deben ser los ejes y componentes sobre los cuales ha de forjarse.
El PRD, independientemente de sus aprestos interinos, debe promover y replantear un encuentro con la sociedad.
El PRD, como en los buenos tiempos, debe abrazarse con las organizaciones de la sociedad civil, y velar por el buen desempeño de sus legisladores y representantes municipales en toda la geografía nacional.
El PRD está llamado a dar el brinco del gigante, asumiendo la lucha reivindicativa y las necesidades de un pueblo que ha visto desvanecer y frustrar sus aspiraciones en el marco de un gobierno como el que encabeza el Partido de la Liberación Dominicana , que no ha sabido responder a sus anhelos de libertad y bienestar social.
El PRD está compelido a impulsar procesos trasparentes y éticos en su interior y convertirse en el abanderado de las grandes transformaciones que demanda el pueblo dominicano.
Es el PRD quien debe, jacho en mano, mantener encendido el pebetero para iluminar en el camino de las grandes transformaciones, a la luz de los cambios que se vienen generando en el mundo, en especial en el continente latinoamericano, bajo aplicaciones de políticas democráticas, revolucionarias y de izquierdas emergentes.