Meditando en los feminicidios recuerdo a Neale Donald Walsch. Desde el principio de los tiempos, todo hombre ha deseado siempre amar y ser amado. Y desde el principio de los tiempos, el hombre ha hecho todo lo que estaba en sus manos para que eso resultara imposible.
Hombres, no, no son hombres. Son razones que se quedan en la posibilidad de ser hombres. Se quedan en la materia, avanzados en términos académicos, pero muy inclinados a lo material, corruptos, corruptos, desobedecen la ley suprema, al no saber nada de su ser al tener un corazón hueco. No tienen esperanza de que enderece su vida. No actúan conforme a su propia naturaleza. Conocí a una persona que se atrevía a hacerlo todo. Lo comprendí. Posee un ego falso, por eso se enorgullecía de decir que lo hacía de manera independiente abrogándose el mérito de ello. Demostraba su nesciencia.
El que actúa bajo el control de “lo mío” apego, no obtendrá libertad en su vida. Esta enjaulado en lo transitorio, material, es el mal camino. Para alejarse de toda clase de apego tiene en fin de cuentas el único propósito de que se entregue a la obediencia de la ley superior: AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS. Instala en la ley del desapego, pura libertad.
De mi bitácora (1946). En una reunión de oración en Calcuta Gandhi expreso: “siempre es posible corregir conductas para aminorar un mal y al final bien del mal”.
Los dejo pensando en Gandhi. Su legado es el valor, su lección la verdad, su arma el amor, apego, por eso practicaba la fuerza de la no violencia que radica en yo amo – tu amas – el ama – todos amamos.
Consérvese bueno.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana