No te quiero ni limpia, Cementera, con tus barcos cargados de carbón de Colombia que dañaran la vista de la bahía de Samaná, con tus sucias y asesinas patanas cargadas de carbón que cruzaran el Bajo Yuna, pasando por Molinillo y empolvarán los manglares de los Haitises.
No te quiero ni limpia, Cementera, que traerás el yeso desde Barahona, el ferroníquel desde Bonao, cruzando el país en esas infernales máquinas que transforman a sus chóferes en superman prepotentes.
No te quiero ni limpia, Cementera, que buscarás el gas que necesitas, a Boca Chica en esas mismas patanas, que tantos tentáculos extiendes en todo el país, Cementera que no contribuirás a construir las casitas que tantos campesinos de los Haitises necesitan, que no invertirás en hospitales, ni en escuelas, no, Cementera, te quieren ahí porque te llevarás el cemento para las Antillas Menores, para Puerto Rico o Jamaica y para eso, habrás desbaratado los Haitises, su agua subterránea, sus cuevas, grutas, cavernas donde se guardan quizás, tesoros de lo que fue, una vez, la tranquilidad taína.
No te quiero limpia, Cementera, con tus explosiones de dinamita repetidas en hoyos de 100 m x 50 y 5 m de profundidad, ¡qué tan limpia puedes ser Cementera, con explosivos! Pueden ponerte, filtros, precipitadores, silenciadores, no eres limpia Cementera, envenenarás las aguas que tanto necesitas para enfriar tus hornos, envenenarás los cielos de los Haitises asustando los gavilanes y otras golondrinas, empolvarás los sueños de mejor vida de familias campesinas, que nunca tuvieron suerte; después de Trujillo, vinieron la Dole, Induspalm, las naranjas, los desalojos de un tal Eleuterio y ahora quieren ponerles una Cementera, que dará apenas 1000 empleos, de lo cuales 800 son de peones, con la condicionante, eso si, que se les llenen los pulmones de un polvito que se llama Cemento Portland, que no ayudará a construir casitas, pero sí seguro las tumbas de su futuro cementerio.