Los datos de la ONU y la FAO son ya más que conocidos: de 6,500 millones de personas en el mundo, unos 4,000 millones viven por debajo de la línea de pobreza, “de los cuales, 1,300 millones por debajo de la línea de la miseria. Y 950 millones sufren desnutrición crónica”.
En días recientes, una reflexión del teólogo Frei Betto, conmovió la reflexión y motivó al análisis. Por eso, vale la pena ofrecer a nuestros lectores estas líneas editoriales de de su autoría.
Escribe Betto que cuando participó en el Foro Económico Mundial para América Latina, preguntó ante la actual crisis financiera: “¿se trata de salvar al capitalismo o a toda la humanidad?”.
Expone el religioso que ”la respuesta es aparentemente obvia. ¿Por qué entonces el adverbio de modo? Por una sencilla razón: no son pocos los que creen que fuera del capitalismo la humanidad no tiene futuro. ¿Pero acaso tuvo pasado?
“En cerca de 200 años de predominio del capitalismo el balance es excelente si consideramos la calidad de vida del 20% de la población mundial que vive en los países ricos del hemisferio norte. ¿Y el restante 80%? Excelente también para bancos y grandes empresas. Sin embargo, ¿cómo explicar, a la luz de los principios éticos y humanitarios más elementales, estos datos de la ONU y de la FAO (…)
“Si queremos sacar algún provecho de la actual crisis financiera debemos pensar en cómo cambiar el rumbo de la historia y no sólo cómo salvar empresas, bancos y países insolventes. Debemos ir a la raíz de los problemas y avanzar lo más rápidamente posible en la construcción de una sociedad basada en la satisfacción de las necesidades sociales, de respeto a los derechos de la naturaleza y de participación popular en un contexto de libertades políticas.
“El desafío consiste en construir un nuevo modelo económico y social que ponga las finanzas al servicio de un nuevo sistema democrático, fundado en la satisfacción de todos los derechos humanos.
“La actual crisis exige nuevos paradigmas. Si el período medieval tuvo como paradigma la fe y el período moderno la razón, el posmoderno no puede cometer la equivocación de erigir el mercado en paradigma. Estamos todos en medio de una crisis que no es solamente financiera, sino también alimentaria, ambiental, energética, migratoria, social y política, y que pone en jaque la forma de producir, comerciar y consumir. El modo de ser humano. Una crisis de valores”.