En verdad, esta historia nació como consecuencia de aquella otra publicada en este multimedios, DominicanosHoy.com, en julio de 2008, titulada “Donde yo encontré queda”.
Para el equipo: fotógrafo, camarógrafo y periodista lo más impresionante fue, desde el primer instante, la personalidad de la pequeña Karen García Durán, quien nació con limitaciones auditivas y del habla.
También resultó conmovedor conocer a la joven madre de tres hijos. Verla empeñada en aprender junto a su hija el idioma gestual, sin abandonar sus labores como cocinera a domicilio y ayudante del esposo en el pequeño colmado, negocio de subsistencia familiar en una humilde casa de Manoguayabo, Santo Domingo Oeste.
Quizás le ocurra al periodista igual que al médico. La labor de este adquiere su más alta expresión cuando el paciente recupera la salud. Para quien labora con las palabras, esto sucede como consecuencia de lo que se ha escrito, cuando puede mover conciencias, ya sea la atención de las autoridades competentes para dar solución a un hecho o, como en este caso, conseguir al menos que una niña con limitaciones físicas continúe su desarrollo, repujada en el apoyo incondicional de su familia. Si es así, ¡vale la pena!
Angustias del no poder…
No se amilana aquella persona que no está en el camino de las batallas. En ocasiones faltan las fuerzas, y luego de respirar muy hondo uno siente que quizás no pueda seguir. Tal vez porque las adversidades se multiplican o, sencillamente, porque las fuerzas andan medio quebradas. Es parte del crecimiento del humano.
Para Altagracia Durán, el nacimiento de su única hembra fue todo un regocijo. Poco después, el tiempo puso ante sus ojos la dura realidad del impedimento que padecía la niña: “Primero, dejaba caer su cabecita de lado. Luego me di cuenta que no respondía a mis llamados. Comprendimos que Karen era sordo muda.
“¿Qué decirle de todos esos días, en que no sabíamos cómo podríamos llevarla al colegio. Su papá tiene que encargarse del negocio, la única entrada que tenemos, y donde yo también ayudo. La trasladamos en moto conchos, en lo que sea…
“Hace poco fue necesario cambiarla de escuela y de horario. No adelantaba en su aprendizaje como los demás y había que trasladarla. Tuve que ir a ver una doctora porque mi depresión aumentó. Es que el horario coincidía con el de su papá en el colmadito y el mío de ir a las casas a cocinar y limpiar. Dejarla aquí, era atrasarla y no poder hacer nada más por mi hija. ¿Se imagina lo que sufrí? Sentí que no tenía muchas fuerzas para seguir.
“ Entonces les llamé a ustedes al periódico y a su casa, a ver si me daban algún consejo, si me apoyaban en esos momentos…”.
Aquel día de la llamada, la voz de la madre resultaba un verdadero quebranto. A duras penas intentamos darle ánimos.
“Ustedes me dijeron que no me rindiera, que hiciera un esfuerzo, porque si yo perdía las esperanzas de que Karen progresara, ¿qué iba a ser de ella? Entonces seguimos llevándola a las clases como podíamos. A veces su papá, mientras yo cuido el negocito, otras uno de sus hermanos. Así vamos, poco a poco”.
Otras voces
Al seguir el tema de la atención a niños y niñas con discapacidades auditivas, DominicanosHoy visitó el Centro Educativo del Instituto de Ayuda al Sordo Santa Rosa, de la capital dominicana, donde Karen García recibió sus primeras lecciones.
Su directora, Onelia Aybar, definió que “la condición de la sordera no implica mudez y hay que tener paciencia y amor con esta población que posee una condición muy especial y también sus propias necesidades”.
Lamentablemente, y a pesar de casi cuatro décadas de esfuerzos, con una exigua ayuda estatal, la institución requiere de políticas públicas que apoyen su funcionamiento. Aybar afirma: “No podemos resolver la situación de todas las familias que tienen a alguien sordo en la casa. Necesitamos fondos para desarrollar los programas que realizamos en nuestra institución y apoyar las que intentan brindar este servicio en todo el país.
“Es imprescindible un soporte estatal más eficiente. Aunque no es posible precisar una cifra estimada real, sabemos que este grupo de personas sordas es numeroso en la República Dominicana”.
Inspirado en dicho propósito, Eduardo De Moya, miembro de la Junta Directiva del Instituto, busca un relanzamiento de la entidad y anhela duplicar la cantidad de estudiantes, con la posibilidad de una sesión vespertina: “Queremos ampliar la base de donantes, contar con todo el equipo para el óptimo funcionamiento del Centro Audiológico Dominicano en las detecciones tempranas de la sordera”.
Una de las profesoras del centro, Lady Esther Mojica Reyes, sorda y educada en el instituto, reconoce con orgullo que ayuda a niños y niñas a prepararse como ella, “para una vida donde esta limitación no les impida ser útiles y capaces".
El Centro Audiológico Dominicano, ubicado en la calle 2, número 25; en la Urbanización El Millón, aledaño al Instituto de Ayuda al Sordo, Santa Rosa, en Santo Domingo, ofrece sus servicios a personas de todas las edades. El doctor Orlando Mejía Morató, quien desde hace más de un año realiza allí sus consultas como otorrinonaringólogo, destaca los tres tipos de pruebas que realizan en dicho centro: Audiometría Tonal, Timpanometría y Logoaudiometría:
“Es muy importante saber que se puede diagnosticar en niños recién nacidos cualquier problema auditivo. Por ejemplo, a quienes nacen con el síndrome de Down, se le realizan estudios; también en los bebés de bajo peso que estuvieron en incubadoras o padecieron algún tipo de ictericia. En todos esos casos es bueno hacerle supervisiones y ver si hubo o no alguna pérdida de la audición. Mientras más temprano se detecta, los tratamientos son mejores y no se agudiza la enfermedad”.
Según estimaciones de la Federación Mundial de Sordos, en el mundo hay alrededor de 70 millones de personas con deficiencias auditivas. Por tal razón, es imprescindible prestar atención a “la actitud discriminatoria que existe hacia las personas sordas por parte de los colectivos oyentes”.
La sordera está considerada una enfermedad y el sordo, un enfermo que debe ser curado. Quizás Karen logre ser en el futuro como Esther Mojica, la maestra sorda que enseña desde sus propias experiencias.
Tal vez cuando en el país se cumplan los sueños de Aybar y De Moya, y se detecten desde la maternidad misma los problemas auditivos de los menores, no haya que actuar cuando ya sea tarde.
Puede ser que al leer estas líneas muchas personas se pronuncien por el desarrollo de Karen y de los seres sin recursos que, como escribió uno de ellos en su oración a Dios: “¿O estaré arrinconado/ mientras los otros se acercan a Ti rezando/ y yo me pregunto lo que ellos están diciendo, Señor, como tantas veces me pasa aquí?/
Epílogo…
Karen Durán fue evaluada recientemente por especialistas: “sordera moderada- profunda!, es el diagnóstico. Justo cuando la crisis económica afecta al mundo y de manera muy particular a la mayoría de las familias dominicanas.
En el pequeño colmado de la familia García Durán, en Manoguayabo, las personas acuden, más a pedir “fiaos” que a comprar. Y en medio de todo esto, la madre habla con su refranero sentencioso y positivo: “Siempre dicen que Dios no le falta a nadie ¿Usted recuerda que en la anterior entrevista decía que ¨donde yo encontré, queda¨. Pues ahora le repito esto y le digo que ¨querer es poder, cuando se quiere se puede…¨.
Porque, mire usted que, aún con muchos sacrificios, Karen está asistiendo al Colegio Nacional de Sordos y allí me han dicho las maestras que ahora si está aprendiendo mucho”.
Casi al final de esta entrevista, DominicanosHoy entregó al departamento de Asistencia Social de la Presidencia un expediente con todos los datos de la niña, para que le faciliten unos audífonos condicionados a su actual estado.
Por su parte, Altagracia Durán sigue aprendiendo señas y técnicas que le permitan comunicarse con su hija. De hecho, ayuda a otros menores de su comunidad que sufren tales limitaciones y orienta a sus padres cómo relacionarse con sus hijos sordomudos.