No se sabe en qué entretención halle mayor gozo el presidente Hugo Chávez, si en espantar inversiones o en perseguir la libertad de expresión, lo que sí está claro es que en ambos renglones es un campeón.
Ni en China ni en Cuba encuentra equiparación. En estas dos naciones pueden haber límites para el libre juego de las ideas, pero a los inversores se les acaricia.
A Hugo Chávez lo hace feliz verlos preparar maletas. Mejor para su programa de centralización y estatización, así como para sus planes de eternizarse en el poder. Mientras menos personas dependan de un empleo generado por la economía privada, más atados están a las ayudas gubernamentales y más incondicionales tienen que tornarse de su anacronismo.
En vez de aprovechar sus riquezas no renovables para generar empleos, los venezolanos marchan como el cangrejo, y padecen del peor ajuste que se pueda imponer a las personas de escasos recursos: la inflación más alta de América Latina.
El que tiene una parcela bonita vive bajo la incertidumbre de de que en cualquier momento se la expropien, como ha ocurrido con más de dos millones de hectáreas, lo que ha desmantelado el aparato productivo. Venezuela necesita importar hasta las verduras, pero asimismo se han traspasado al Estado, para hacerlas absolutamente ineficientes, empresas de Telecomunicaciones, energía eléctrica, siderúrgicas, petroleras, financieras, bancarias, etcétera.
Y todo el desastre se tapa con los generosos planes sociales que el gobierno lleva a cabo con los recursos del petróleo.
En cuanto a su otra diversión, Chávez quiere anotarse otro muerto, como cerró hace unos años a Radio Caracas Televisión, levantó una ola de protesta, pero se impuso su atropello. Ahora construye el expediente de cierre de Globovisión.
Recién inauguró una nueva modalidad de la perorata que dirige: “Aló, Presidente”, que se divide en “Aló, Presidente, práctico”, y la nueva, “Aló, Presidente, teórico”, aunque más corta, insufrible también. Una de sus prendas “teóricas”: “Hay un canal de televisión al que se le ha llamado la atención, ahora le metieron una multa y ellos dicen que esos llamados a golpe fue una propaganda institucional y no quieren pagar. Un canal así no lo merece Venezuela…”
Desde luego que al Gobierno dominicano no le importa lo que esté padeciendo el pueblo venezolano, que lo que nos importa son las facilidades de financiamiento para la compra de combustibles que nos da Chávez a través de Petrocaribe.
Comprendo que tratemos de paños y manteles a Chávez, y que estemos en sus cónclaves celebrándole sus chistes buenos o malos, pero no comparto que todos los huevos hayan sido puestos en canasta tan temperamental. Ya hubo una oportunidad en que una decisión soberana del gobierno dominicano fue replicada con una paralización del suministro de combustibles.