El 14 de febrero 2019 eran las 5:15. Estaba leyendo a Saulo Hidalgo, su magnífica obra DEL POZO AL PALACIO. No sé por qué detuve la lectura pienso que mi hija Marta está atrapada entre los automóviles.
Tenemos tapones a todas horas y por todos los lugares. Cogí el celular para llamarla, no lo hice, pasan unos minutos. Suena el celular, papi estoy en un tapón, lo imagine, paciencia. Yo he tenido la bendición de Dios nos habla, mucha me da la seguridad que él fue que me recordó a mi hija. En nuestro camino este Dios, no olvido cuando le pedí que me dijera donde estaba el control de la televisión que Martica y su nieta Monserrat tenían rato buscándolo. Yo me senté frente a mi escritorio y le hable como lo hago, quede en silencio y deje desperdicio de la basura, se lo dejé a Martica, bajamos el zafacón de la cocina y ahí estaba el control. Monset había ido a coger un guineo y el control lo soltó y cayó en el zafacón. Bien recuerdo papa todas las mañanas hablaba con ella y estaba seguro que Dios la escuchaba. Si Dios me habla, así lo hace con sus hijos en fe de su presencia amorosa. Dios es el todo, no duerme, siempre atento a sus hijos en fe permanente.
No debemos estar confundidos la fe no lo permite. Cuando estuve en la escuela de la evangelización Juan Pablo II comprendí y así vivo, que las promesas de Jesucristo son eternas para toda la vida. Con mis 91 veranos, cinco meses estoy por lo vivido bien seguro que Dios siempre no habla y nos escucha. Por eso soy feliz, su amor es mi vida y su amor lo entrego a todos (as) no importa quien sea.
Si amamos nuestra patria debemos vivir en una fe firme en que Dios bendecirá este país. Las cosas buenas viven de Dios esa es mi fe y por eso nunca me siento defraudado. Dios ayuda al hijo que cree en él, lo hace conmigo, por hoy los dejo recordando mi padre que muy frecuente nos decía “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”.
Consérvese bueno
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana