Existe un orden alfabético para los fenómenos atmosféricos dentro de la ciencia de la Meteorología; pero, los pronósticos valen más que el nombre en cuestión.
Ya apareció el meteoro "Andrés", convertido en huracán categoría uno, “con vientos máximos de 120 kilómetros por hora y rachas de 140 kilómetros, frente a las costas del estado mexicano de Jalisco”, tal y como dio a conocer a la agencia Efe una fuente del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
El asunto es que el tiempo pone, dispone, contrapone y sobre todo cuando de experiencias malas se trata, hay que andar “al filo de la navaja”, con las experiencias de lo que fue en la memoria, para no repetir errores que, por demás, se pagan sumamente caros.
Aunque se habla de “daños menores en los estados costeros”, durante el paso de Andrés se han reportado árboles y postes de luz caídos; hundimientos de calles, inundaciones de viviendas y derrumbes en la ciudad de Acapulco.
No hay que olvidar que tuvo nombre de mujer la tormenta subtropical formada fuera de fecha que atacó a las Antillas desde el Atlántico Norte y afectó de manera directa a la República Dominicana.
Para esta nación, esas experiencias siempre son desgarradoras. Otro recuerdo triste lo dejó Noel, que pudo ser una simple tormenta y no lo fue. Aún sacamos muertos del alma y cuentas de nuestra economía. Por lo tanto, Andrés, aunque ande por el Pacífico mexicano, resulta un referente de atención obligado.
Tal vez la naturaleza maltratada juegue estas malas pasadas, demasiado malas, claro está, para enseñarnos lo injusto que ha sido el ser humano con su casa mayor: el planeta tierra.
Más allá de cualquier otra reflexión, las imágenes de inundaciones y tragedias colocan al país ante una alerta constante que la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), se encargará de comunicar a tiempo.
Sería bueno que junto a los proyectos y empeños políticos que ocupan a las autoridades del país en estos días, se hicieran treguas para enfrentar las amenazas mayores. En México, Andrés pasó de tormenta tropical a huracán. Aquí, no debe existir más Olga y Noel para la población dominicana.