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Prejuicios que sorprenden

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Todavía tengo capacidad de asombro como en mi infancia. Todavía me sorprenden palabras y valoraciones cotidianas que juzgan a las mujeres destacadas a partir de condiciones sexuales y evidente carácter pasivo con relación a las figuras masculinas con quienes coincidieron y hasta con imprecisiones que ignoran las cualidades sociales, políticas y militares que les merecieron alcanzar un lugar en la historia.

Si se refieren a la reina Elizabeth I, que gobernó a Inglaterra durante 45 años, la nombran “reina virgen, porque nunca se casó”; si mencionan a Manuelita Sáenz, combatiente destacada con grados de coronela alcanzados en batallas por la libertad algunos países de América del Sur, sólo la mencionan como “la mujer que amó Bolívar” y a Tamara Bunker, Tania, única mujer de la guerrilla del Che, en Bolivia, (1967), a quien le endilgan supuestas relaciones amorosas o embarazo para hacer invisible su heroica acción combativa y una vida ejemplar.

Tres ejemplos bien conocidos. Más de una veintena de mujeres internacionalmente han alcanzado el Premio Nobel, pero no todas son conocidas. Más del 30% de los directivos del mundo son féminas y 16% son parlamentarias internacionalmente. En el Siglo XXI, existen mujeres que se desempeñan como profesionales, trabajadoras, pequeñas empresarias, bancarias, profesoras, campesinas, obreras, mujeres proveedoras. Son ellas las que buscan sustento para sí y su familia.

Muchas de esas heroínas, que carecían de una representación masculina, hija de…, esposa de…, hermana de…, amante de…, quedaron en el anonimato y durante los análisis de hechos y acontecimientos históricos las siguen ignorando en los trabajos de muchos profesionales de la palabra y especialistas de ambos sexos.

La perspectiva de género constituye una herramienta conceptual y metodológica, para estudiar las relaciones entre los hombres y las mujeres en la sociedad. A ningún héroe político o militar se aclara si fue estéril o con quién mantenía en lo privado, sus relaciones sexuales-amorosas.

Esa presencia objetiva tan defendida por las feministas tiene que estar acompañada de palabras que las visibilicen para que desaparezcan esos conceptos esquemáticos de mujer dependiente y valorada por la sexualidad, si es señorita, si tiene esposo o si logró tener hijos o hijas. Como si fuera el único objetivo social a cumplir por las féminas.

En las valoraciones históricas y sociológicas más actuales, se acepta analizar las diferencias de clases, etnias y de razas. Sin embargo, se continúa reclamando un espacio para asumir las diferencias sociales, en función del género, y en las expresiones del lenguaje y del mensaje reproducido en los medios que, todavía, desde su propia raíz axiológica, es portador de una semántica y de una educación con influencia sexista en el lenguaje.

Aunque debo aclarar que coincido con el punto de vista que señala que la igualdad sexual es imposible, porque resulta incongruente con el proceso biológico que nos diferencia, desde la reproducción de la especie.

Entonces, el género es, desde mi perspectiva, asumido como un tema de naturaleza social e histórica, que interesa al propio desarrollo de las personas, para hacer visible sin prejuicios, las nuevas relaciones entre lo femenino y lo masculino. Tenemos casi la obligación de entender este tema conceptual y el presente abrirá las puertas al futuro con equidad sin prejuicios que nos sorprendan.

*Maestra en Ciencias de la Comunicación.
www.leecolima.com.mx/teresa/

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