La doula (una palabra antigua para esclava o servidora) es la persona que acompaña a la madre, el padre y la familia durante el embarazo y el parto, siempre con la guía del médico.
Sabe cuáles son las necesidades y condiciones de la nueva madre, le explica paso a paso lo que está sucediendo y, en el momento del nacimiento, le recuerda todo lo que ha aprendido: relajación, respiración, posturas adecuadas.
María Gisela Terán lo considera un rol fiel a sus raíces, de servicio. Se dedicó exclusivamente a la psicoterapia durante más de una década, hasta que decidió estudiar para ser doula, y especializarse en educación prenatal, parto y lactancia.
“A partir de los conflictos que trabajamos en psicoterapia, nos damos cuenta de que los padres tienen mucha desinformación (durante la crianza). La consulta me sensibilizó y me motivó a tratar de llegar antes, a los que se están preparando para traer un bebé al mundo”.
Dar la vuelta a la experiencia
El parto no tiene, en general, buena fama. Se lo presenta como una ocasión traumática, dolorosa, algo para olvidar. “Nos vienen a la mente los gritos y la tensión”, dice María Gisela, y atribuye gran parte de esa situación al miedo, al desconocimiento y a la sobrecarga de información no científica, que no aplica a cada caso en particular.
En general, la doula mira el trabajo conjunto con los médicos de manera positiva, pues dice que la mejor prueba que estos pueden tener es la conducta de la embarazada que se ha preparado. “No grita, no se desespera, escucha lo que le dice el doctor, colabora y sabe qué hacer con su cuerpo en las diferentes etapas del proceso”.
Es desde lo emocional que la doula trabaja lo cognitivo y lo físico, para dar a la mamá la oportunidad de hacer su propia dinámica de embarazo y parto. “Ayuda a que el proceso sea mucho más llevadero y con calma”.
El panorama completo
La educación prenatal incluye la preparación para la lactancia, que suele ser otro de los temores de la mujer embarazada. Se complementa con el masaje infantil, que enseña la importancia del contacto de los padres con el bebé, la formación del vínculo y la estabilidad emocional.
Todos estos aspectos empiezan a tomar relevancia en el siglo XX a partir del trabajo del médico obstetra francés Michel Odent, defensor, entre otras causas, del parto fisiológico (con la menor intervención externa posible), el alumbramiento en el agua y de la lactancia en la primera hora del nacimiento.
A menudo se nombra a esto el ‘parto humanizado’, pero Odent usa otra palabra para denotar más naturalidad, más instinto: ‘mamiferizado’. El bebé, después de todo, sostiene en uno de sus libros, es un mamífero, y la situación emocional de la madre embarazada, sea el estrés o la calma, será determinante en el futuro psíquico y físico del hijo.
“Por tanto”, resume María Gisela, “hay que escuchar y respetar las necesidades físicas y emocionales de la madre”.
Involucrando a papá
En la educación prenatal, el padre está invitado a compartir cómo se siente en su nuevo rol y qué le preocupa. Al sentirse informado e involucrado, puede ser parte de lo que la doula llama la triada mamá-papá-bebé.
“Cuando los padres aprenden juntos, el nuevo integrante se ve muy favorecido. La dinámica cambia, hay mejor comunicación, trabajo en equipo”. Mejores familias, opina, mejor sociedad.
Revolución en casa
Acoger a un bebé en el hogar implica muchos cambios radicales. Lo que más angustia a mamá es la lactancia. Eso disminuye considerablemente cuando ella sabe lo que tiene que hacer. “Ser madre es un aprendizaje, y saber da tranquilidad”.
Pero además de los estilos y decisiones personales y de pareja durante el posparto, hay un segundo factor, el que sensibilizó a María Gisela a trabajar con los padres no solo en el embarazo, sino después. Su hijo (22 años) tiene un trastorno del espectro autista (TEA). La formación previa al embarazo puede preparar a la familia para recibir de mejor manera a niños con necesidades especiales.
“Por supuesto, primero hay que llegar a la aceptación”. Durante la gestación es fácil imaginar, hacer planes, crear un niño ideal y llenarse de expectativas. “Cuando la situación cambia, se tiene que vivir una ruta emocional. “No es posible saltarse los pasos, y el primero de ellos es la negación”. (‘Esto no puede estar pasando’). El bebé que llegó no fue el que se creó desde las expectativas, sino quien es, una persona real. “Cada niño es un mundo y cada etapa es diferente”. Por eso recomienda esperar la propia experiencia antes de anticipar hasta el mínimo detalle.
La educación prenatal es un programa para trabajar la salud mental y física de la mujer embarazada, en compañía de una persona de confianza, a partir de la semana 25. Es la primera etapa del recorrido. Son cinco sesiones teórico-prácticas de dos horas que incluyen ejercicios de yoga. María Gisela Terán Peñalver (@nuevemesesytodalavida) y Laura Dulcey (Anahata Yoga) iniciaron la semana pasada con un primer grupo al que esperan guiar hasta la siguiente fase. (D. V.)