Dolió y llegó honda la expresión de alguien que resumió al país como productor de “peloteros y cueros”. Y lo peor es que a veces repiten esta frase criollos residentes dentro y fuera del territorio nacional.
Que de la República Dominicana hayan salido victoriosos peloteros que constituyen gloria y orgullo de esta nación, es verdad. Y que la prostitución es ejercicio antiguo de la humanidad, y la practica quien lo desee, no como calificativo despectivo hacia el género, también es cierto; aunque este debe ser un análisis más complejo y multifacético.
Lo peor es la denominación que pasa de voz en voz, y cuando se indaga una de las definiciones en el buscador Google, dice así: “La palabra Cuero en República Dominicana se usa en tono despectivo para cualquier persona, en particular entre las mujeres para decirse una a la otra que ella es una prostituta;(…). esta palabra data de tiempos inmemoriales y se cree que se usa para referirse a la mujer ya que los españoles les cambiaban a los Taínos CUERO por mujeres, de ahí que la mujer que se "vende" sea vista como un cuero, los hombres por igual, también usan bastante esta frase para describir a una prostituta. (…)
En su estudio titulado: Trabajando honestamente en casa de familia: entre la domesticidad y la hipersexualización.
Carmen Gregorio Gil, de la Universidad de Granada en España, invita a la reflexión cuando escribe: “La asociación de la emigración de las mujeres con la prostitución fue eje de diferentes discusiones que surgieron en el encuentro al que asistí sobre Migración Internacional de Mujeres en República Dominicana.
En dicho encuentro las personas que participaron – en su mayor parte mujeres dominicanas pertenecientes a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales – denunciaban la creencia, fuertemente arraigada y alimentada por los medios de comunicación del país, de que un número importante de mujeres que habían emigrado a España ‘ejercían la prostitución’.
Igualmente en mis conversaciones con las mujeres se hacía referencia a esta creencia generalizada de que las dominicanas en España trabajan en el mercado del sexo. Mala creencia, a juicio de esta mujer, que nos habla desde la autoridad que le otorga el hecho de conocer la realidad – yo sé – por vivirla, frente a quiénes no la conocen por no estar en Madrid”.
La migración se ha feminizado
Según fuentes consultadas, la migración dominicana, específicamente en España, iniciada a finales de los años ochenta, ha crecido significativamente y constituyen las mujeres el 74% de quienes viajan en busca de mejores condiciones de vida.
Una de las dominicanas entrevistada por Gregorio Gil testimonia: “…muchísima gente, tiene… eh, mala creencia de las mujeres que estamos allá. La mayoría de la gente aquí cree que…nos ganamos el dinero muy fácil ¡Ve! …Porque yo digo la mujer que hace esas cosas estaba acostumbrada aquí a hacerlo también. La que lo hace allí, lo hace allá y lo hacen donde quiera que vaya… Estamos trabajando honestamente en casa de familia, bajo la responsabilidad de la señora de la casa”.
La autora concluye su estudio con el lugar protagonista, “a veces invisibilizado, que han tomado las mujeres en este proceso migratorio, construyendo relaciones de parentesco entre mujeres – hermanas, madres, hijas y abuelas – que garanticen la reproducción de sus hogares, y buscando una independencia económica y sexual de sus esposos en una economía rural empobrecida en la que el cuerpo de las mujeres en la unión matrimonial es convertido en moneda de cambio”.
Quien escribe estas líneas tuvo la oportunidad de entrevistar en 2003, a una de las muchachas que había viajado a España, según acuerdo bilateral entre ambos gobiernos, para realizar trabajos domésticos.
En su Cotuí natal habló de la gran nostalgia que le había apresurado el regreso y confesó que su compromiso había sido para lograr con sus remesas mensuales que el hijo mayor concluyera la universidad y los otros tuvieran un sustento garantizado, gracias a su trabajo.
Según datos ofrecidos por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, en medio de la crisis económica que vive el mundo y, particularmente la República Dominicana, las mujeres jefas de hogar no sólo personifican a las mayores proveedoras, sino que establecen hoy en día el 61,4% de la migración internacional y son las responsables del 78% de las remesas recibidas en el país (se destacan aquí las residentes en España).
También muestran los datos que las mujeres administran mejor la recepción de las remesas (53,34%), de las cuales, el 60% lo invierten en gastos y consumo diario de la familia; en tanto que el 17% lo utilizan para la educación de hijos e hijas, no para sentarse a beber en los colmados, como se describe que sucede con muchos hombres en el territorio nacional cuando reciben ese dinero.
Y todo esto sin olvidar que el salario de las féminas es como promedio más bajo que el percibido por los hombres en los países receptores (datos de INSTRAW y el UNEPA), por lo que los sacrificios son mayores y más aún se limitan en su propios gastos, a fin de enviar la mayor parte de sus ganancias a la familia en la República Dominicana.
No se pueden olvidar
Desde los siglos y por los siglos, dignas mujeres han nutrido esta sociedad en todos y cada uno de los capítulos escritos, muchos de ellos con sangre y lágrimas.
No hay que olvidar que la independencia tiene muchos rostros, y que aún no se habla en toda la magnitud que merecen esas mujeres, silenciosos espectros que permanecen anónimas en el sagrado altar de la patria, y sin cuyos esfuerzos, junto a los héroes, no existiría un día de la Independencia Nacional, ni la libertad que hoy disfruta la nación.
La Patria tiene nombre de mujer y hay que mencionar que, entre grandes privilegios históricos, hubo mujeres de la talla de Juana Trinidad (Juana Saltitopa), cuyo heroísmo demostrado el 30 de marzo de 1844, en la batalla de Santiago, y durante los días de luchas por la independencia, le ganaron el distintivo de La Coronela.
De igual manera fue el comportamiento de otra valiente llamada Petronila Gaú, quien se distinguió en la Cuarta Campaña de la Guerra Domínico-Haitiana, principalmente en la Batalla de Sabana Larga.
Mucho habría que hablar de María Trinidad Sánchez y de Concepción Bona Hernández, esta última fue de las que contribuyó en la confección de la bandera nacional. Madres de la Patria fueron ellas, al igual que Doña Chepita Pérez, María de Jesús Pina, Las hermanas Villa de La Vega, Olaya Sánchez, Josefa Brea, Ana Valverde, entre tantas que lo arriesgaron todo por la libertad.
Y ya creada la República y cumplida la Restauración, el país se organizó en disímiles tareas, en las cuales tuvo a la mujer como protagonista de la Educación y las letras. Entre quienes brillaron con intensidad y luz propia, están Salomé Ureña de Henríquez y Camila Henríquez Ureña.
Habría que mencionar, en los años que antecedieron a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, los primeros movimientos feministas que impulsaron los propósitos democráticos y plantearon con objetividad el lugar que debían ocupar las mujeres en la sociedad.
Fue aquí donde las hermanas Patria Mercedes, Minerva y María Teresa Mirabal desarrollaron lo que algunos escritores denominan "escudo femenino dominicano con que se encontró el Trujillo en el ocaso de su dictadura". Junto a ellas se destacan otras patriotas, como Tomasina Altagracia Cabral Mejía (Sina), por cuyas venas corre sangre del Generalísimo Máximo Gómez y quien fue la primera mujer apresada y torturada por la tiranía de Trujillo, una vez develado el Movimiento 14 de Junio.
De Martí son las frases: "… las campañas de los pueblos sólo eran débiles cuando a ellas no se alistaba el corazón de la mujer, pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.
Este es un país de hombres y mujeres respetables y las frases que califican despectivamente a sus hijos e hijas debían ser erradicadas de los vocablos cotidianos. Hay que exigir en casa el respeto, para que los de afuera no se atrevan, ¡jamás! a faltarlo.