Y ¿quién dijo que la República Dominicana necesita que vengan de otras latitudes a valorar lo que está sucediendo dentro de su territorio nacional?
Pleno está el país de mujeres y hombres capacitados para decidir acertadamente y exponer a la opinión pública, como lo han hecho hasta ahora, que no es factible ecológicamente y mucho menos humano, construir una cementera en Los Haitises.
En estas mismas páginas se habla del ex ministro de Medio Ambiente de Colombia, Juan Mayr Maldonado, quien fue designado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el país, para evaluar la viabilidad de la cementera en Gonzalo.
Pero, resulta que Mayr Maldonado fue quien autorizó en 2002, durante su gestión, el permiso para la instalación en sus tierras de una petrolera, en contraposición con las comunidades indígenas, quienes le acusaron ante el mundo por una decisión que no se corresponde con el pensamiento de quienes aman la tierra y la naturaleza.
El colega y amigo, defensor del medio ambiente, Ramón Emilio Colombo, ha puesto a la luz en la República Dominicana la comunicación de los indígenas donde le expresaron entonces a Mayr Maldonado que Colombia era la puerta de “un genocidio patrocinado” por él, como ministro de Medio Ambiente.
El ayer de 2002, fue la empresa Petrolera Oxidental de Colombia. Ahora, la historia tiene lugar en otro escenario: la cementera de los Haitises en la nación dominicana.
Lamentablemente, el PNUD designó a Mayr Maldonado, quizás en virtud de su trayectoria en cargos como el de la vicepresidencia de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); presidencia de la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, así como ha presidido varias sesiones de la Convención de las Naciones Unidas para la Biodiversidad y el Panel de Alto Nivel de las Naciones Unidas para el Foro de Bosques. A veces, la vida presenta paradojas inentendibles.
La verdad es que la República Dominicana no necesita especialistas, ni fiscalizaciones de otros lugares. Los de aquí, que piensan, sienten y sufren como los indígenas colombianos el crimen ecológico y humano que se comete en Los Haitises, han sentenciado desde los primeros momentos: “¡No a la cementera!”.