Nunca antes en la Nación dominicana, en un periodo presidencial, se había llegado tan rápido a tanto descrédito. Ni siquiera en los 60, cuando se sucedieron los abortos gubernamentales post Trujillo. La inoperancia inepta de un grupo en las alturas del poder político, no había experimentado jamás una caída tan abrupta en las preferencias del pueblo dominicano. Claro, que estos efectos son producto de una causa, la actuación irresponsable del mandatario que más corrupción ha permitido en un gobierno. Y esto, es “Vox populi” a todos los niveles en la Nación. La vagabundería administrativa es tan grande, que no se queda fuera ningún estamento gubernamental. ¡Todos están sucios!
Ni siquiera cuando antes de que Balaguer partiera desacreditado y vilipendiado hacia el exilio. Tampoco en la ocasión de la instalación de gobiernos de facto como el Triunvirato, encabezado por Donald J. Reíd Cabral y donde la marca de los carros que este distribuía era la que usaba el gobierno y el pueblo pregonaba según el anuncio de estos vehículos, en sorna, cuente los Austin, a raíz del supuesto golpe de Estado aquel. Ni cuando Balaguer, en los doce años, que aunque acusado de corrupción, admitida pero justificada por él, diciendo que se detenía en las puertas de su despacho y esto es mucho que decir, jamás perdió Elito el control de sus funcionarios como ahora. Y aunque sucedieron barbaridades de todo género, siempre como presidente supo hacer valer su don de mando.
En los mandatos de Don Antonio Guzmán y el Dr. Salvador Jorge Blanco, la corrupción suscitada y denunciada, no era de la magnitud de la podredumbre que hoy se ha visto en las esferas administrativas de este gobierno. Y la forma en que acabaron ambos (muy penosa) la conocemos todos. Y en los diez años con Balaguer de nuevo, mucho menos ignominias presidenciales pudieron ser vistas, aunque prevaleció la corruptela administrativa, con relación a la desastrosa administración gubernamental que se exhibe sin desparpajos en el mandato de quien nos desgobierna, la de ahora, lo supera por mucho. Los hechos acaecidos últimamente son el colofón de un desastre que ya se esperaba y se veía llegar por las ambiciones desmedidas del marchante en el palacio.
Pudieran haberse dado muchas situaciones, como de hecho se produjeron, en cuanto a injusticias y abusos de poder en los gobiernos anteriores,(asesinatos, desapariciones, despojos, injusticias etc.) pero no se vio nunca a un presidente mostrarse tan indiferente e indolente al descalabro institucional gubernamental como se ha mostrado Fernández al frente del Estado. En ningún momento se vio a un mandatario de los que hemos tenido, hacer una defensa tan justificadora de la ineptitud y malas artes administrativas de sus colaboradores como la que ha realizado Leonel cuantas veces le han referido los aspectos negativos del flagelo que abate al país. ¡Que cachaza!
Ni llegar al colmo de la irresponsabilidad, saliendo de viaje por el mundo a venderse impoluto como el milagro económico y democrático de América, en el momento en que más protestas y denuncias se han manifestado por parte de la población harta de la corrupción. Además, agenciarse y confabularse con las fuerzas más oscuras del país, en una desafortunada gestión que ha arrastrado a los dominicanos hacia la destrucción moral, por el mal ejemplo de un mandatario obnubilado con el cargo y apañador de inconductas como el que ocupa el solio Presidencial. Nadie había sido testigo de algo como esto en la Nación, dígase lo que se diga, de todos los gobiernos que hemos tenido, la asquerosidad más grande ha sido esta. ¡Cuantas bajezas!
El descrédito justificado que ha obtenido en esta gestión el P.L.D. recae sobre los hombros de Fernández y de nadie más. Y es que ha sido el culpable de las inconsecuencias de los malandrines que le acompañan en la administración de la cosa pública. Recibiendo incluso, para su negocio personal, “Funglode’ el apoyo pecuniario de quienes ostentan posiciones en el aparato del gobierno. Que se sepa, esto no se había visto antes. Que de la CDEEE salieran cheques por cantidades exorbitantes en dólares para la fundación de Leonel, es algo inconcebible y demuestra la complicidad en los hechos punibles del gobernante y el funcionario que dirige esta entidad. A confesión de parte, ¡relevo de pruebas!
Que se gasten alrededor de US$11.000.000.00 de verdes en un viaje como el último del que acaba de llegar con sus acólitos, no tiene comparación con corruptelas de otros tiempos. Que emita un decreto avalando un desastre ecológico como la cementera en los Haitises luego de asignarle la posesión por bagatela de miles de tareas de tierras a un grupo de depredadores reconocidos, no tiene madre en la historia del país. Y que justifique esta indecente medida, urdiendo para la implementación de la autorización un plan en complicidad con mafiosos internacionales como el representante de la O.N.U. colombiano y desacreditado también, es la gota que reboza el vaso. ¡No sea pendejo nadie!
Por eso y por mucho más, es que Fernández ya ha sido bautizado como el gobernante más corrupto de nuestra historia contemporánea. Pero sigue como Juancito el caminador, como si nada pasara y es que la indolencia de este carajo a la vela es tal, que en nada le mortifica los sufrimientos y el declive irreversible del país. Pues como ya tiene resuelto su futuro económico y el de su grupo más cercano, no le afecta lo que le sucede a las mayorías. Y mucho menos lo que se ve venir, de no detenerse esta bola de nieve que está envolviendo a la ciudadanía en la peor crisis social que se haya visto. Nunca antes hubo tanto descrédito e inmoralidad en un gobierno. ¡Que barbarazo!
(*) Periodista dominicano residente en Estados Unidos.