Hacen unos años fui manejando el auto a Puerto Plata y observaba la naturaleza. Conté 10 causes por donde el agua pasaba, en sí donde había un río. Por Bonao unas maquinarias sacando material del río, me detuve y observé gran parte seca por donde corría el agua. Me dije matando la madre naturaleza. El humano varón, no el hombre de carácter. Este varón destruyendo la creación. Solo en este país he visto este salvajismo.
Pasaron años. Conocí al sacerdote SJ. Francisco Xavier Colino Paulis, jugábamos tenis, me evangelizaba. Me regaló el libro Moral-El Arte de Vivir, escrito por el sacerdote Juan Luis Lorda. Esta lectura no deja cuestionarme y decidí un diálogo imaginario con el sacerdote Lorda. Hoy el diálogo es basado en: Administrador, pero no dueño.
Néstor: ¿Ha sido puesto el hombre por Dios al frente de la creación para que la cuide y se sirva de ella para sus necesidades?
Lorda: Sí este principio fundamenta la relación del hombre con las cosas, debe cuidarlas y puede servirse de ellas. No solo servirse de las cosas, sino también cuidarlas. Las cosas son de Dios y, por eso, EL HOMBRE ES SOLO ADMINISTRADOR y dará cuenta de lo que se le ha encomendado.
En otras épocas, especialmente en la inmediatamente anterior a la nuestra, durante la revolución industrial, muchas han tratado la naturaleza como si pudiera explotarla indefinidamente, como si no se gastara, o como si no se estropeara. Esta mentalidad, que todavía abunda en hecho, aunque no tenga tantas manifestaciones externas, tiende a condenar la naturaleza como RES NULLIUS, es decir como “propiedad de nadie”, y se relaciona con las cosas con una avidez sin medida, como se relaciona un niño con una tarta de chocolate. Entran “a poco”, en la naturaleza, la saquean ante cualquier oportunidad, movidos por el deseo de sacarle provecho, sin tener en cuenta el daño que causan.
Néstor: ¿Creo que esta mentalidad resulta especialmente inmoral en esta época y cuáles son las razones?
Lorda: De acuerdo, es una actitud inmoral y tiene dos razones.
La primera porque los medios para explotar y transformar la naturaleza son más poderosas que en ninguna otra, por eso, los daños son también mucho más grandes. La segunda, porque tenemos una idea más exacta que en el pasado sobre la situación del mundo; sabemos, por ejemplo que muchos recursos que utilizamos son limitados, son prácticamente irreparables. Esto origina una valoración moral en cierto modo nueva de las relaciones del hombre con la naturaleza. Ya no es posible mantener esa mentalidad depredadora, de RES NULLIUS.
Por hoy los dejo como invitado al sacerdote Lorda: “Los hombres vivimos entre iguales. Los demás son nuestros iguales, no son iguales en la casa, el vestido, el humor, la forma de pensar, su historia, o sus aspiraciones: son iguales en que son hombres como nosotros”.
Consérvense bueno: Una alegría-amor- aceptación- bendición y agradecimientos totales. Estas son las cinco actitudes de Dios. El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.