No lo tomo ni como un recurso de distracción ni como una “balaguerada”, que consiste en designar al crítico principal de un sector como su titular o cabeza con el objetivo expreso de verlo fracasar.
Iniciando por el caso de Celso Marranzini y ponderando otras remociones, se advierte un viraje institucionalizador en los nuevos nombramientos del presidente Leonel Fernández.
Muy agudo es el presidente Fernández para no estar persuadido de que el fracaso de la industria eléctrica es imputable a su gestión, sin importar quien esté al mando de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEE). Dejar pasar un nuevo mandato sin proyectar un horizonte claro de soluciones a la eterna crisis eléctrica sería catastrófico para su futuro político y para la suerte del PLD en las presidenciales del 2012.
La despolitización del sector comunica confianza para emprender las iniciativas necesarias para universalizar las cobranzas y procurar los financiamientos requeridos para mejorar la distribución, fortalecer los controles y conseguir la inversión para la ampliación y renovación del parque de generación, imprescindible para abaratar los costos.
Se ha mencionado como una objeción al nombramiento del empresario Celso Marranzini, su condición de propietario de una subestación de generación que vende servicios a empresas ubicadas en el parque industrial de Haina. Si se sigue con rigurosidad el procedimiento que aplica en esos casos, eso no sería ningún obstáculo para que Manrranzini cumpla cabalmente con su misión.
Celso sólo habría aceptado la designación bajo el acuerdo de que recibiría el apoyo necesario para actuar y el presidente lo nombra porque tiene la voluntad política de priorizar en las soluciones del sector.
La señal correctiva también está claramente enfocada en la colocación del ingeniero Frank Rodríguez, por cuarta vez, en la dirección del Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos (INDRHI), entidad que ha sido siempre muy valorada por su perfil técnico, pero que, por compromisos políticos, proyectaba otro derrotero.
Lo bueno de un presidente que no está trabajando para quedarse es que siempre procurará la colada de un café claro. El INDRHI regentea grandes proyectos e inversiones, que llevados a cabo, sin cumplir con los procedimientos adecuados no sólo pueden arrojar graves pérdidas y frustraciones, sino que además pueden acarrear serios y muy molestosos expedientes judiciales. Con Frank Rodríguez el propio gobierno se consiente la oportunidad de revisar y readecuar, cosa que es distinta a cuando ese rol compete a un adversario.
Creo que en un año en la Lotería Nacional, José Frank Peña Guaba, puede exhibir logros importantes tanto en el incremento de los beneficios de la institución como en el marco de las regulaciones, pero fue objeto de una mala campaña que se inició desde antes que se juramentara. Le perseguía la quiebra del Inespre que con él lo que hizo fue oficializarse. Con Enrique Martínez, el presidente Fernández saca a la Lotería y a José Frank de ese foco implacable, y de paso procura otro perfil.
Con el doctor Marino Vinicio Castillo al frente de la Comisión de Etica, el presidente le comunica claramente a los funcionarios que no cargará con culpas ajenas, y le dice a la sociedad que la lucha contra la corrupción será algo más que discurso. A diferencia del doctor Bidó Medina, el doctor Castillo es un hombre mediático. No se limitará a llamados internos, lo que Vincho sepa lo conocerá el país. ¡Allá el que no se cuide!
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