Florida, USA.- Llegó la hora. Comienzan a darse a conocer las famosas auditorias que la “Cámara de Cuentos” hiciera en diferentes instituciones del Estado. Y si no fuera por lo desacreditado que está el organismo fiscalizador, diríamos, qué bueno, que por fin vamos a conocer las intríngulis de la corrupción administrativa que resultan de una dirección permeada totalmente por la prevaricación y las malas artes gerenciales de los politiqueros que dirigen estos estamentos del gobierno. ¡Pero no es así!
Y no es así, pues todos conocemos que la famosa Cámara, dista mucho hace tiempo de ser lo suficientemente creíble y que sus diagnósticos y resoluciones al respecto de las auditorias que practica por ley, están en entre dicho, por ser esta “institución“ un nido de ratas que ha corroído la conciencia Nacional con los escándalos y desafueros cometidos por quienes la han dirigido en los últimos años.
¿Qué moral puede tener un organismo en el que sus rectores han tenido que admitir públicamente fechorías administrativas cometidas en el seno de este? ¿Con qué credibilidad cuenta un grupo de politiqueros enganchados convenientemente a jueces fiscalizadores de la cosa pública designados por el dedo de quien desgobierna una Nación fragmentada y salpicada en todas sus estructuras por la más rampante de la corrupción gubernamental? ¿Qué ejemplos de idoneidad podrían dar al País, los encargados de lo que el pueblo bautizo como la “Cámara de cuentos.”?
No sea pendejo nadie, ya está bueno de querer joder al pueblo y coger de ignorantes y estúpidos a toda la Nación. Todos sabemos por dónde anda la cosa y hacia qué objetivos se dirigen estas imputaciones de corrupción contra sus propios engendros administrativos, y que a estas auditorías nadie de importancia política, que responden a las estrategias gubernamentales del mandatario que no será juzgado y mucho menos condenado y encarcelado por sus escarnios o burlas a la ciudadanía como funcionarios públicos. Esto lo sabemos hasta la saciedad. Ojalá y nos equivoquemos.
La estratagema de nombrar a cargo del mal llamado tribunal fiscalizador, a políticos que pertenecen a parcelas diferentes a la del presidente, tiene de antemano una razón elemental de ser. El hecho mismo de que habiéndose comprobado recientemente una serie de actos deleznables en los actuales incumbentes de dicho organismo, viene a reforzar la tesis de que los que están al frente no son más que fichas utilizables por el mandatario de turno, para chantajear y presionar a quienes no respondan a sus directrices y deseos trogloditas. Por eso los contubernios y la perversidad de estas actuaciones.
Pues de esta forma, se puede desligar aparentemente de los resultados que arrojan las investigaciones contables a los que a él le convenga desacreditar, o poner en entre dicho en un momento dado la capacidad de adversarlo o contradecirlo en sus aspiraciones. Ya este tipo de estrategia es harto conocida por los que siguen la historia política de nuestro País. Y el mago en esta clase de acciones maquiavélicas por así decir, fue Joaquín Balaguer. A quien, el que nos desgobierna ha decidido imitar en las actitudes. Y que ha sido el más grande de los intrigantes políticos de nuestra historia. Y con esta marrulla politiquera del mandatario actual, se envía un meta mensaje muy efectivo, “o me siguen en mis planes u objetivos, o los desacredito moral y políticamente”. ¡Que vagabundería!
En el caso de las auditorias a algunos estamentos públicos, no vamos a enjuiciar si están o no contaminadas, pues no metemos la mano en la candela por ninguno de los que administran fondos públicos, ya que es vox populi el síndrome de la corrupción administrativa que campea por sus fueros en la Nación. Pero lo que sí podemos advertir, es que el haber comenzado por instituciones que no son manejadas por peledeístas afectos al mandatario, deja claro quienes serán los desacreditados por el gobierno para hacer creer lo que nadie cree, que el principal incúmbente del Palacio Nacional no está ligado o salpicado por las inconductas de sus subalternos.
Y para eso, quien mejor que unos “aliados” al frente de las investigaciones a las entelequias gubernamentales, si este, es el precio a pagar para prestarse como yunque contra los que disienten o no sigue los lineamientos de corte troglodita del mandatario de turno. Además que este, en su carrera por venderse como impoluto e incólume ante las tantas acusaciones de corrupción contra su gobierno y partido, ha preferido usar como instrumento, a gentes que carecen de imagen pública decente por sus actuaciones anteriores, usándolos como “puntas de lanza del gobierno en pro de sus intereses espurios y perversos”. ¡Cuánta iniquidad!