Por: Digna Zorrilla Ramírez
Santo Domingo, RD. -En el marco de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha Contra la Desertificación y Sequía (CNULCD), los países se comprometen a realizar acciones estratégicas que permitan mejorar el uso de la tierra en sus naciones.
La conmemoración este 17 de junio del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía nos compromete a realizar transformaciones sostenibles en el uso de las tierras degradadas.
Desde mi óptica reconozco el valor que ha tenido la mujer en los procesos de uso de la tierra en la República Dominicana, de ahí que nuestra tierra merece que la mujer continúe transformando y recuperando cada vez más su espacio en los territorios rurales, a sabiendas que la Reforma Agraria eliminó las restricciones de las mujeres para acceder a la tierra, se requiere más apoyo porque realizan un trabajo fundamental en la familia y la pequeña economía de sus localidades insertándose en el proceso productivo agropecuario.
El país es uno de los más vulnerables a los eventos hidrometeorológicos, ya que cada año se ve afectado por algunas amenazas, sea por sequías o inundaciones (fruto de tormentas tropicales, huracanes, etc).
Estos eventos conllevan a que la producción pueda ser afectada por el paso de uno o más fenómenos atmosféricos, los mismos pueden impactar fuertemente a la mujer rural y por ende a la familia. Algunos ejemplos de los impactos que se producen son el económico, social, psicológico, etc.
El género como determinante de la vulnerabilidad a la sequía, los eventos pasados han demostrado que las mujeres de bajos ingresos y aquellas que están marginadas debido al estado civil, la capacidad física, la edad, el estigma social están especialmente en desventaja.
Es importante reconocer que las mujeres a menudo están bien posicionadas para evaluar la vulnerabilidad y administrar el riesgo debido a sus roles como usuarias y administradoras de recursos ambientales, proveedores económicos, así como cuidadoras y trabajadoras comunitarias.
Las disparidades en el acceso a la tierra son una de las causas principales de la desigualdad social y de género en las zonas rurales.
Los derechos diferenciados por el género de alguna manera pueden tener consecuencias para la seguridad alimentaria rural y la nutrición, así como para el bienestar de las familias y las personas.
Abogar por un mayor involucramiento de nuestras heroínas rurales a todos los procesos y labores de la restauración de las tierras degradadas para contribuir a la resiliencia económica, además de la igualdad de acceso y control de los recursos, de manera que permita crear un campo de juego nivelado con respecto al acceso y control de recursos.
Se necesitan esfuerzos significativos para garantizar que el acceso y el control de los recursos, tanto de la tierra como el agua, hagan que la propiedad sea más inclusiva.
También es de considerarse las barreras legales entre otros factores que puedan contribuir a una mejor estabilidad económica y social de la mujer rural en su territorio. La autora es ingeniero agrónomo