NUEVA YORK.- Que estén enfermos no significa que los niños con dolencias crónicas dormirán tranquilamente, reveló un estudio realizado en Noruega.
Los chicos con trastornos del sueño no suelen superarlos y esos problemas serían especialmente duraderos en aquellos que padecen además enfermedades crónicas, escribió en la revista Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health el equipo de la doctora Mari Hysing.
Los resultados destacan la importancia de identificar los trastornos del sueño en esos niños, que se pueden tratar con terapias conductuales y otros enfoques, dijo a Reuters Health Hysing, de la Universidad de Bergen.
"Como en las rutinas a la hora de dormir, la eliminación de las distracciones y la higiene general del sueño son elementos clave. Para algunos niños con enfermedades crónicas, la melatonina sería un tratamiento efectivo", señaló la experta.
Estudios previos sobre un único punto en el tiempo habían demostrado que los niños con enfermedades crónicas tienen más problemas de sueño que los chicos sanos, indicó el equipo. Pero no existen estudios de largo plazo sobre los trastornos del sueño infantiles.
Para conocer cuánto pueden durar esos problemas en los niños con enfermedades crónicas y en los sanos, el equipo usó datos del Estudio Infantil de Bergen, que incluye a todos los chicos que concurren a las escuelas de la ciudad.
De los 4.025 niños incluidos en el estudio, 295 (el 7,3 por ciento) tenían alguna enfermedad crónica, como epilepsia, diabetes, migraña y parálisis cerebral.
El equipo reunió dos series de datos, la primera cuando los niños tenían entre 7 y 9 años y la segunda cuando tenían entre 11 y 13. Los autores les preguntaron a los padres si sus hijos presentaban problemas frecuentes para dormir o despertarse.
El estudio demostró que casi el 7 por ciento de los niños enfermos tenía trastornos del sueño en ambos momentos, a diferencia del 4 por ciento de los pequeños saludables.
La tasa de problemas de sueño tendió a crecer en el tiempo en ambos grupos. En la primera encuesta, el 8 por ciento presentaba esos trastornos, mientras que a los 11-13 años los tenía el 12 por ciento de los niños.
Ser hiperactivo o tener problemas emocionales en la primera recolección de datos también aumentó el riesgo de sufrir problemas a futuro.
Ayudar a los niños con enfermedades crónicas a dormir mejor podría mejorar significativamente la calidad de vida de ellos y de sus familias, dijo Hysing.
La falta de sueño puede agravar los síntomas de muchas enfermedades crónicas y complicar el aprendizaje infantil. Dormir poco puede también alterar el sistema inmune, lo que aumenta la vulnerabilidad a otras enfermedades.
Tras demostrar que la salud emocional influye sobre el sueño infantil, el equipo estudiará si el sueño afecta la salud mental de los niños. El equipo seguirá estudiando a los participantes de este estudio en la adolescencia y en la edad adulta.