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EEUU afronta una nueva oleada de muerte por el Covid-19

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La pandemia continúa con su azote en Estados Unidos. Los hospitales en varias partes del país han vuelto a sentir la presión por el aumento de casos, en una nueva oleada que ya ha dejado una media de más de 100.000 personas ingresadas por un caso de Covid-19. Es una cifra superior a cualquier otro momento de la pandemia exceptuando el pasado invierno, cuando aún había millones de estadounidenses esperando a su turno de vacuna.

Hoy en día todos los mayores de 12 años tienen acceso gratuito y sencillo a ella pero el nivel de vacunados sigue siendo bajo, un 52,3% del total de la población y un 61,6% con al menos una dosis, muy por debajo de las previsiones de las autoridades a estas alturas.

Ni los 38,7 millones de infectados ni los 634.157 fallecidos por el virus -el país del mundo con la cifra más elevada- parecen haber hecho mella en una parte significativa de la población que se niega a vacunarse. Hay teorías que hablan incluso de un chip camuflado en los fármacos para controlar a la gente como excusa para no acudir a recibir la inyección. Incluso con la aprobación oficial por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), la crisis sigue siendo mayúscula.

La reticencia es especialmente marcada en los estados del suroeste del país, con condados rurales que no alcanzan ni el 20% de la población con la pauta completa. En el condado de Union, en Nuevo México, tan solo el 18% ha cumplido ya con la rutina del pinchazo, un panorama similar en condados de Texas, Oklahoma, Missouri, Arkansas, Lousiana, Alabama, Tennesse o Mississippi.

En La UE vuelve a restringir los viajes por turismo desde EEUU por el Covid, más que en ningún otro Estado, seguido de Texas. En California, las personas ingresadas por coronavirus rozaban las mil a principios de verano. Hoy son 8.200, con un incremento del 18% en dos semanas y localidades en áreas rurales como Crescent City con los tanatorios llenos.

El pequeño hospital local estaba tan repleto el domingo que tenía varios helicópteros alineados esperando a trasladar a pacientes a otros centros, lejos de una de las zonas más remotas del país. Hay tantos casos de Covid que muchos negocios han vuelto a cerrar sus puertas. Al norte, en Oregon las funerarias móviles no daban abasto ante la avalancha de cadáveres.

FUERTE IMPACTO EN LA PRESIÓN ASISTENCIAL

La situación es especialmente dramática en Alabama, donde ya no hay camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos. Y de acuerdo al personal médico desbordado por la crisis, la mayoría de esas camas son de pacientes que no están vacunados. Shannon Byrd, una doctora de Knoxville, Tennesse, daba cuenta del drama en declaraciones al The New York Times. «El Covid está derrumbando y destruyendo a familias enteras. Están muriendo en masa y dejando a sus seres queridos con muchos funerales a los que asistir».

Es el caso de Lisa Steadman, una mujer de 58 años de Winter Haven, Florida. Pasó ocho días en un hospital por el coronavirus y al regresar a su casa se encontró con el cadáver su marido, fallecido por complicaciones relacionadas al mismo virus. «Fue como entrar en una escena de una película de terror», indicó. «Fue sencillamente terrible». Ni ella ni su marido estaban vacunados, dándose un tiempo más para tomar la decisión.

El aumento vertiginoso a nivel nacional ha desembocado también en una nueva escasez de oxígeno en centros médicos de varias partes del país, una situación recurrente durante los momentos más complicados de la pandemia.

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