J. Alexander Pérez
Si hiciéramos una retrospectiva de los distintos fenómenos sociales, económicos, políticos y otros, que se generan en la región, se podrá observar que en su mayoría tienen importantes elementos coincidentes, y que por vía de consecuencia, también las soluciones pudieran resultar en la misma dirección.
En América Latina hay varios ejemplos de reformas policiales que se han ejecutado con suma efectividad, y que hoy son ejemplos para el resto de los países, lo mismo ocurrió aquí en el país, con el Plan de Seguridad Democrática, que no fue una simple estrategia para garantizar la seguridad de la gente, principalmente en las calles, sino que fue un modelo importado de lo que ya había dado buenos resultados en otros países, como Colombia, Chile, México y otros, en el cual la sociedad dominicana hizo una gran inversión de dinero, y que fue desechado y destruido simple y llanamente por razones politiquera.
Ahora con el hecho en que perdió la vida en Boca Chica la joven arquitecta Leslie Rosado, en un supuesto accidente de tránsito entre el vehículo que ella conducía y la motocicleta en que se desplazaba el cabo de la policía identificado como Janli Disla Batista el tema de la Institución del Orden se ha colocado de nuevo en el tapete, y volvemos a lo mismo, esas cosas suceden por la falta de garantías para los ciudadanos en las calles, que no es culpa de este gobierno que en un año no puede abordar un problema multifactorial de esta magnitud, y que fue abandonado a su suerte en la pasada gestión.
El presidente Luis Abinader ha mostrado un especial interés en abordar el caso, incluso designó una comisión para impulsar una reforma a la Policía Nacional, cosa que comparto y valoro, pero hay dos elementos que se deben tomar en cuenta: primero que en esa comisión hace falta gente que conozca el problema en su esencia; y segundo, y de igual importancia, que se geste un consenso con los partidos de la oposición, grupos empresariales, religiosos y de la sociedad civil, para que el programa que se ponga en marcha tenga continuidad de estado y no sea destruido por la siguiente administración por razones políticas, como hizo el señor Danilo Medina con el Plan de Seguridad Democrática.
En la Policía Nacional no todo es malo, es una expresión de la sociedad en que opera, así como hay elementos valiosos, también hay otros anómalos que se deben extirpar de cuajo, pero para identificar cuáles son las células cancerígenas, y poder combatirlas; se deben tomar en cuenta a quienes tienen una experiencia de vida y trabajo en la institución.
Una vez la Embajada de Estados Unidos ejerció presiones a un Presidente de la República para que ponga en retiro a un alto oficial policial que parecía que se perfilaba como el titular de la institución. Esto significa que hay informaciones muy de adentro de esa entidad que la sociedad, y al parecer los gobiernos, no manejan; y que esa legación extranjera por los altos recursos de que dispone si puede recopilar.
Para combatir la corrupción al interior de esa institución es preciso eficientizar la inteligencia sobre los agentes, porque hay muchos que sirven tanto al cielo como al infierno, incluyendo, quienes alquilan sus pistolas de reglamento a los delincuentes para que salgan a las calles hacer sus fechorías.
Entonces, para garantizar la seguridad ciudadana el programa debe incluir, además de reestructurar la Policía Nacional, incluyendo profesionalizar a los nuevos agentes; garantizar una continuidad en los planes que se pongan en ejecución; eficientizar la vigilancia y registro de los vehículos que circulan en las vías públicas, principalmente las motocicletas; obligar a que los condominios residenciales instalen cámaras de vigilancia, con acceso a internet, para que las autoridades puedan dar seguimientos a los antisociales; “poner candados” a las licencias para el porte de armas de fuego, y otras medidas.