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Una cosa es estadística y otra la relevancia clínica

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MADRID.- El gran dilema de la oncología moderna, como reconoce Alexander Eggermont, actual presidente de la Organización Europea del Cáncer (ECCO), es distinguir los resultados que son estadísticamente significativos sobre el papel, de los que pueden tener una verdadera relevancia clínica e impacto para el paciente.

"Si haces un ensayo lo suficientemente grande, puedes llegar a ver que 10 días más de supervivencia global es algo significativo", explica a elmundo.es en un descanso entre sesiones durante el congreso europeo de cáncer /(ECCO-ESMO) que se celebra en Berlín.

Los términos que se manejan hoy en día en los ensayos clínicos en oncología se aferran al llamado tiempo a la progresión, el plazo que tarda en reaparecer la enfermedad, en detrimento de la supervivencia global (la mejora en las expectativas de vida que ofrece un nuevo tratamiento frente a otro). A su juicio, estas valoraciones deben estar basadas en el sentido común más que en las cifras desnudas: "Si tienes una mejoría de un año [de vida], pero tienes que pasarlo en el hospital para recibir el tratamiento, probablemente eso no tenga tanta relevancia".

De hecho, explica, "incluso antes de entrar a valorar la cuestión económica", si tuviésemos un fármaco sin ningún efecto secundario que ofreciese una ventaja en la supervivencia de dos o tres meses, podría ser interesante. "Pero en ocasiones son los propios pacientes los que nos dicen ‘no gracias, no me compensa’", apostilla.

La cuestión de los beneficios que aporta un nuevo fármaco siempre debe tener en cuenta todas estas cuestiones para obtener un equilibrio (coste económico, ventajas, efectos secundarios…), "pero en ocasiones, esta cuestión se ha reducido a un mero número, a un valor estadístico", critica, al tiempo que recuerda que se han autorizado fármacos en el mercado para algunos tipos de cáncer que ofrecen apenas 20 ó 30 días adicionales de supervivencia con respecto a otros tratamientos anteriores.

Miedo a rechazar nuevas terapias

A menudo, los propios pacientes temen rechazar una nueva terapia por temor a las presiones de su entorno, de su propia familia. "Es una cuestión difícil, y sólo podemos acertar dándoles a ellos toda la información, los pros y los contras para que puedan tomar una decisión plenamente informada", sintetiza este holandés, codirector del congreso.

Claro que, ampliando la fotografía a un nivel más global, Eggermont augura que vamos a asistir en los próximos años a la creación de un organismo europeo al estilo del ya existente en el Reino Unido, el NICE, una especie de auditor de las cuentas públicas, que determina qué nuevos tratamientos pueden ser financiados por el sistema público por su relación coste-beneficio y cuáles no.

"Los responsables sanitarios no pueden limitarse a los beneficios marginales, no es sólo el precio de los fármacos, el aumento de la atención sanitaria se produce a todos los niveles (más aún en Europa, por el envejecimiento de la población), y si no regulamos en función de lo que nos podemos permitir como sociedad, tendremos problemas".

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