Nagua, María Trinidad Sánchez.- Semanalmente cuatro y cinco estudiantes del Liceo Caño Abajo, en el Cruce de Rincón de Molinillo, de este municipio, sufren desmayos, siendo necesaria la atención médica en la mayoría de los casos. Y es que cuando el sol calienta, las enramadas parecen el mismo infierno.
La situación es menos traumática para una minoría de estudiantes, y es porque prefieren la sombra de los árboles, antes que “ese infierno”. El liceo Caño Abajo lleva 15 años funcionando en dos tandas, pero nunca ha tenido instalaciones fisica.
El centro educativo todos esos años ha operado en enramadas, construidas apoyadas en las paredes de la escuela básica que lleva el mismo nombre. Actualmente la matrícula del liceo está compuesta por 250 estudiantes.
Los terrenos (10 tareas) para la construcción del centro educativo fueron donados por el Instituto Agrario Dominicano (IAD) en el 2003, y ni siquiera eso, ha podido ablandar el corazón a las autoridades, que anualmente prometen incluirlo en el presupuesto.
Las enramadas fueron improvisadas en los terrenos de la escuela básica Caño Abajo, que tiene una hora menos de clase diaria que el liceo, y es así como aprovechan los estudiantes de este último para recibir los finales 60 minutos de enseñanza en las aulas.
“Nos libramos por una hora de este fogón que nos castiga, que nos quema. Mire, usted, es irresistible la calentura que genera el zinc de las enramadas, luego de las 10:00 de la mañana”, dijo casi llorando, Lucia Pimentel, estudiante de segundo de bachillerato.
El director de Liceo, señor Zacarías Cordero Tiburcio, explicó que la comunidad viene luchando por la construcción de la planta física del liceo desde el año 1995.
Según Cordero Tiburcio, la promesa más reciente vino del Despacho de la Primera Dama, luego de que la comunidad protestara en las calles. Se les dijo que serían reubicados en aulas móviles o furgones, hasta tanto se construya el liceo, “pero jamás esa gente ha vuelto”.
Lamentó la poca preparación de los alumnos, porque además de la incomodidades en las enramadas y el entrar y salir de las aulas de la escuela, los muchachos no reciben las materias complementarias necesarias para su formación, como laboratorio de ciencia, idioma, informática y educación física.
Cordero Tiburcio añadió que cuando llueve no hay forma de impartir docencia en las enramadas ni debajo de los árboles. “Y como he de suponerse, perdemos hasta dos y tres semanas de clases, cuando hay avisos de vaguadas o tormentas”, dijo.
“Maestros y estudiantes son los únicos recursos con los que contamos para impartir clases. Las condiciones nos impiden desarrollar la docencia en la forma que deseamos, y con la calidad que amerita la formación del alumno para el siglo XXI”, subrayó.
Con los terrenos donados por el IAD, ubicados en el Cruce de Pescadero, para construir el liceo, se ha generado un conflicto, ya que si bien es cierto que la mayoría quiere para la construcción de un liceo, no falta quienes propugnan porque se levante un play.
La escuela tampoco está en condiciones
Y como si la situación del liceo fuera poco, es de cuidado la situación de abandono que presenta la escuela básica Caño Abajo.
Además, la escuela no tiene capacidad para un estudiante más, obligando, incluso, a que pequeñas aulas fueran divididas en dos. Asimismo, los baños son letrinas que podrían provocar enfermedades.
La construcción de una cancha, al igual que una ampliación de tres aulas de la escuela básica, muy cerca de las enramadas del liceo, lleva cerca de un año paralizada.
Por el calor, también muchos estudiantes de la escuela básica prefieren tomar las clases en el patio. Las paredes y el piso de los cursos están sucios y con grandes huecos.
Del mismo modo, el local que aloja la dirección de la escuela básica, es compartida con la del liceo, imposibilitando el libre movimiento en el interior del pequeño cuarto.