Como siempre, parte la soga por lo más débil. Aún no se recupera la sociedad de las consecuencias que tuvieron los paros del personal médico y paramédico, no sólo por lo que significó para la atención a las personas que recurrían a los cuerpos de guardia de los hospitales y otros servicios, sino, además, por lo que representó desde el punto de vista ético y en la búsqueda de un entendimiento que parecía cada vez más lejano entre las autoridades de salud y los galenos.
Otro gremio, el de los profesores, acaba de manifestar su inconformidad y descontento en San Pedro de Macorís, donde cumplieron de manera parcial el paro de labores convocado por 48 horas en dicha provincia.
El reclamo, similar al de los hombres y mujeres de batas blancas, está dirigido esencialmente al pago de salarios, en este caso por los cursos de veranos impartidos en el período de vacaciones.
El asunto es que en esta ocasión los estudiantes asistieron a sus clases, y estuvieron ante el hecho de que concurrieron pocos profesores, en obediencia al llamado a paro de la facción de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), con el cual, supuestamente, no está de acuerdo el presidente de la ADP en San Pedro de Macorís.
Pero, más allá de las contradicciones internas, según se publicó en estas mismas páginas, los profesores que reclaman el pago de esos salarios ya advirtieron que detendrán sus servicios pedagógicos próximamente “si las autoridades de educación no disponen la entrega de esos recursos”, y esta vez se habla de tiempo indefinido.
Como siempre, los atajos no se recorren a tiempo y ocurren detenciones en los servicios de sectores donde más necesidades tienen las familias dominicanas de que nunca se inmovilicen: salud y educación.
Veremos que estrategias y tácticas asumen las autoridades de educación y cuánto demora en establecerse el diálogo o entendimiento; porque en definitiva, quienes más sufren estos percances son los de siempre, las más vulnerables capas de la nación.