Por: Oscar López Reyes
Ultimamente se pronuncia -con más frecuencia- el sustantivo masculino RELACIONISTA, y cae en desuso la dicción relacionador. El vocablo relacionista alcanza más propiedad desde su etimología, su estatus epistemológico y su fenomenología neohumano, y por esos significantes acrecienta su preferencia
Aproximándonos al análisis socio-lingüístico y al conductismo educativo, expliquemos la tendencia de uso del relacionismo, que repercute preponderantemente en las convergencias y consensos para una integración en la convivencia y el bien común.
Empecemos. El presente indicativo relación (enlace, unión, concordancia, correspondencia y concertación) tonifica como lexema o raíz gramatical, en tanto que los derivativos ADOR (relacionador) e ISTA (relacionista) se plantan como sufijos.
La locución pública se justifica por divulgar manifiestamente a la colectividad o destinatarios selectivos ideas, proyectos y actividades no conocidas. Se vierte como la antítesis de la privada, como las relaciones amistosas, íntimas, familiares, laborales y partidarias.
El adjetivo relacionador. El sufijo DOR/DORA se emplea para designar agentes, como proveedor, veedor, prestidigitador, adquiridor y defendedor; lugares, como parador, mirador, comedor, recibidor y probador, y denota quehaceres: programador, viñador, leñador, boxeador y fumigador (1).
También denomina instrumentos: calculadora, ametralladora, computadora, secadora y borrador, y oficios: vendedor, conductor, impresor, entrenador e inspectora.
Los “sufijos de adjetivos y sustantivos verbales” -DOR/RA también aparecen “en las formas -ADOR, -EDOR, IDOR, según que el verbo base sea de la primera, segunda o tercera conjugación” (2). Ellos no aplican en el profesionalismo académico comunicativo, ni en la funcionalidad de intermediación de las audiencias internas y externas de una corporación privada, una institución estatal, una persona física y otros colectivos receptores.
Por esa razonabilidad lexical, al artífice de la gestión integradora multidisciplinaria de las relaciones públicas se le descarta como relacionador, configuración temática que los autores españoles Francisco Conesa y Jaime Nubiola denominan “el sujeto lógico del lenguaje” y “la linguisticidad del ser” (3).
El relacionista. En cambio, la Real Academia Española avala su pertinencia como lingüística comunicativa teoréticamente aceptable. Argumenta que el sufijo ISTA: “1.- Forma adjetivos que habitualmente se sustantivan, y suelen significar “partidario de” o “inclinado a”, lo que expresa la misma raíz con el sufijo-ismo. 2.- Forma sustantivos que designan generalmente a la persona que tiene determinada ocupación, profesión u oficio” (4).
Terminan en el sufijo ISTA, originario de la antigua Grecia, los titulares de una carrera universitaria o faena versada académicamente, como periodista, editorialista, comentarista, analista, publicista, libretista, guionista, caricaturista, muralista, lingüista, recepcionista, enciclopedista y documentalista.
También menciona, en una interpretación preferencial encuadrada en la teoría de la pertinencia (5) la proxemia RELACIONISTA, que la lengua materna define como la “persona que cultiva o trabaja en relaciones públicas. Experto en dichas relaciones” (6).
En su función atributiva, el sufijo ISTA nombra, por igual, otras posesiones y tareas:
Profesiones: economista, anestesista, ortopedista, dentista y acupunturista.
Labor artística: pianista, percusionista, solista, trompetista y saxofonista.
Rasgos personales: optimista, conformista, alarmista, constructivista y profesionalista.
Doctrinas políticas/religiosas: idealista, comunista, hebraísta, bautista y absolutista.
Acción deportiva: beisbolista, baloncestista, futbolista, golfista y ajedrecista.
Trazos científicos: electroencefalografista, paleontologista, aerobiologista, crioromedirranista y hemeoterminista.
Veamos los componentes más relevantes de relacionista:
1.- Persona que ejerce las relaciones públicas.
2.- Letras: 12.
3.- Sílabas: 5. Re-la-cio-nis-ta.
4- Visión: ser un agente de concertación y cambio.
5.- Funciones: consultoría, investigación para el conocimiento psico-sociológico de los grupos de interés, planificación estratégica y desempeño operativo.
6.- Referente: arte y ciencia en el análisis crítico.
7.- Principio: pluralidad e interactividad para generar confianza.
8.- Formación: universitaria para el profesionalismo transdisciplinar.
9.- Categoría: sustantivo masculino y femenino.
10.- Género: el relacionista (masculino) y la relacionista (femenino).
11.- Públicos: internos y externos de la organización.
12.- Compromisos: derecho informativo, la comunidad, la ecología y otros postulados conexos.
13.- Requerimientos: fidelidad, ética y liderazgo ecuánime.
14.- Historicidad: El término quedó plasmado por primera vez en 1869, en Madrid, España, en el Diccionario Nacional o Gran Diccionario Clásico de la Lengua Española, de la autoría de Ramón Joaquín Domínguez. En 1984 fue consignado en el Diccionario de la Real Academia Española, y más recientemente ha sido enriquecido, en lo que el profesor universitario colombiano Carlos Gutiérrez especifica como “la movilidad dialógica e interpretativa de los juegos de lengua en la historia”, replicando planteamientos del pensador austríaco Ludwig Wittgenstein y el filósofo alemán Hans-Georg-Gadamer (7).
15.- Uso: el vocablo “relacionista” se sitúa en el lugar 24.311 de los términos más empleados del diccionario de español.
16.- Definición: “Relaciones públicas es la disciplina social y administrativa de una organización que investiga las actitudes de su público, y desarrolla un programa de servicios y comunicación para lograr buena voluntad y aprobación” (8).
En su incumbencia socio-técnica-gerencial, el relacionista proactivo está comprometido con el perfeccionamiento y la actualización para la capacidad argumental, el equilibrio para el entendimiento y la concordia, los valores humanos y el desarrollo sostenible, en la manga de los nuevos paradigmas, para germinar y afianzar la credibilidad y la reputación en espacios abiertos y protocolares.
Citas bibliográficas:
1.- “Tratado de la formación de palabras en la lengua castellana”, J. Alemanu Bolufer, Madrid, España, 1920, citado por Wikilengua del español.
2.- Diccionario de la Lengua Española (Vigésima primera edición), tomo I, Editorial Espasa Calpe, Unigraf, Madrid, España, 1992, pág. 776.
3.- “Filosofía del lenguaje”, Francisco Conesa y Jaime Nubiola, Empresa Editorial Herder, Barcelona, España, 2002, pág. 232.
4.- Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, 2017, pág. 1751.
5.- “Ensayos de la palabra y el pensamiento”, Víctor Sánchez de Zavala, Editorial Trotta, Madrid, España, 1994, páginas 72-84.
6.- Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Editorial Espasa Calpe, Unigraf, Madrid, España, 1992, pág. 1761.
7.- “Lenguaje y categorías en la hermenéutica filosófica”, Ramón Rodríguez García y Stefano Gazzanelli, capítulo “De Wittgenstein a Gadamer: la movilidad dialógica e interpretativa de los juegos de lengua en la historia”, Carlos Gutiérrez, Editores Biblioteca Nueva, España, 2012, pág. 285.
8.- “Relaciones públicas: saber decir. Conceptos y programas para la acción”, Oscar López Reyes, Editora Mediabyte, Santo Domingo, República Dominicana, 2015, pág. 73.