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Están hostigando a Manny en Filadelfia

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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FILADELFIA — Manny Ramírez ha recibido un tratamiento hostil en Filadelfia, lo que debería asumirse como algo natural tomando en cuenta que es el mejor bateador del equipo visitante y la fama de rudos y antisociales que tienen los fanáticos de aquí.

La buena nueva es como el jardinero dominicano digiere el implacable ataque en Citizens Bank Park.

"Pero sigo siendo el rey", dijo Ramírez, entonando un estribillo de la famosa canción "El Rey" del legendario cantautor mexicano José Alfredo Jiménez, antes del juego del lunes.

"Los fanáticos tienen derecho a gritar lo que quieran, ellos pagan por los boletos", dijo Ramírez. "Todo el mundo puede decir lo que quiera de mi, pero por más que brinquen y salten, mis números ya están puestos y no creo que se puedan borrar fácilmente", agregó.

En los partidos 3 y 4 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en Filadelfia, los aficionados han tratado de distraer al jardinero de los Dodgers con abucheos, gritos, improperios y carteles alusivos a la suspensión que cumplió este año por arrojar positivo a una prueba de dopaje.

Ramírez no solamente es un bateador de .313 con 546 jonrones y 1,788 carreras impulsadas en 17 temporadas, sino además uno de los jugadores más productivos de postemporada (29 jonrones y 78 impulsadas) y en los últimos dos años ha bateado .387 (31-12) con 3 jonrones, 2 dobles, 9 impulsadas, 7 anotadas y 7 bases por bolas en 9 juegos de las finales de liga contra los Filis.

El lunes no solamente pegó su tercer hit en dos días y anotó dos carreras, sino que además realizó una tremenda atrapada de "cordón de zapatos" en un batazo de Raúl Ibáñez con dos en bases y dos outs en la sexta entrada que mantuvo a los Dodgers arriba 4-3, aunque eso pasó a un segundo plano cuando los Filis anotaron dos veces en el noveno para ganar 5-4 y ponerse a un triunfo de la Serie Mundial.

Es comprensible que Ramírez no sea muy querido en "la ciudad del amor fraterno", incluso aunque nunca hubiera violado el programa de detección de sustancias de las Grandes Ligas.

Sin embargo, abucheos y cánticos califican como mal trato en cualquier lugar del planeta, excepto en Filadelfia.

Después de todo, las historias de la rudeza de los aficionados filadelfianos son tan comunes como las epopeyas de los Yankees de Nueva York en la postemporada o las dolorosas derrotas de los Cachorros de Chicago en los últimos 101 años.

En este mismo escenario los familiares y ejecutivos de los Rays de Tampa Bay se quejaron públicamente de acoso y vejaciones durante la Serie Mundial del 2008. Hasta algunos hijos de los jugadores de Tampa, incluso menores de siete años, fueron intimidados en las gradas.

En Filadelfia celebraron tan gustosamente el año pasado un golpe que recibió el torpedero de los Mets de Nueva York, el dominicano José Reyes, que el relevista Billy Wagner, quien comenzó su carrera con los Filis, dijo sentirse triste porque eso era un reflejo del rumbo que lleva la humanidad.

Mike Schmidt, quien para muchos es el mejor antesalista de la historia, jugó toda su carrera con el uniforme de Filadelfias y a pesar de sus 548 jonrones y 1,595 carreras impulsadas fue abucheado en los partidos en casa.

Peor le fue a Dick Allen, uno de los mejores bateadores de las décadas de los sesenta y setenta (y también uno de los jugadores más polémicos de su generación), quien dijo una vez: "Puedo jugar donde sea. Primera base, tercera, jardín izquierdo… donde sea, menos en Filadelfia".

Los fanáticos de los Filis fueron tan rudos con Allen (quien era afroamericano, por si alguien considera importante el dato) que de abucheos y epitetos raciales pasaron a lanzarle baterías y otros objetos, obligando al tipo a jugar con un casco protector a la defensa. ¿Se imaginan?

J.D. Drew, quien prefirió jugar en una liga independiente a firmar con los Filis cuando fue reclutado en el sorteo de universitario de 1997, también ha visto pasar por encima de su cabeza algunas baterías cuando ha jugado como visitante en Filadelfia, y a Terrel Owens, el antiguo recibidor del equipo local de fútbol americano, le fue ofrecida una de las peores "paliza verbales" de la historia del deporte cuando regresó a la ciudad con un uniforme de los Cowboys de Dallas en el 2006.

Mejor (¿o peor?) aún, en un partido de fútbol entre Minnesota y los Eagles en 1968, los fanáticos abuchearon y golpearon con bolas de nieve a… ¡Santa Claus!

Así las cosas y considerando lo que ha hecho con su bate y hasta con su guante a los Filis en los últimos dos años, Ramírez ha recibido un trato de "El Rey" de los fanáticos de Filadelfia.

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