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Diputado violador

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Esta columna ha dedicado muchos trabajos a desenmascarar la violaciones de niños y niñas que ha ejecutado en los últimos 60 años la diabólica inquisición y su brazo armando, el satánico Opus Dei. Más de 40 mil niños y niñas fueron violados en el estado de Massachusetts, en USA, cifras similares sufrieron la misma tragedia en la mayoría de los países europeos y, en Quisqueya, para dar una muestra de su poder, quemaron una cárcel en la provincia de Higuey donde más de 140 presos fueron totalmente calcinados, sin dejar un solo ser humano escaparse. El rito del fuego, así es como ellos le llaman a las llamaradas humanas, fue ejecutado para ocultar las violaciones de que habían sido víctimas los niños y niñas que estaban alojados en un centro regenteado por la Iglesia Católica.

Así como la iglesia tiene un rito unitario para la celebración de las misas, así también lo tienen para la práctica de las violaciones infantiles. Dondequiera hicieron lo mismo: una vez el niño o la niña es violada, se le da seguimiento durante toda la vida, mecanismo que sirve para mantenerlo permanentemente amenazado.

Luego se le coloca en las posiciones estatales responsables de investigar cualquier posible denuncia. Así se consiguió inmunidad por décadas, hasta que un milagro le devolvió la memoria a un violado y este pudo contactar a otros y crear un movimiento de testimonio como el que surgió en Massachusetts.

La Iglesia no le tenía miedo a las denuncias de violaciones porque las victimas siempre lo negaban y la diabólica inquisición resolvía el dilema declarando que “los enemigos tradicionales querían destruir a su Santidad”.

Pero las cosas cambiaron cuando aparecieron los testimonios, cuando las victimas recuperaron sus memorias y adquirieron el valor para enfrentar a sus opresores; y enfrentarlo mostrando públicamente sus adoloridos rostros, sus ojos sin miradas, mostrando el dolor de su alma, mostrando la imposibilidad de lograr el sueno.

La maldad fue puesta en evidencia, pero eso no hizo cambiar en nada a la Iglesia. Su repuesta como institución fue que el actual Papa, para proteger al jefe de los violadores, al Cardenal Law, se lo llevó para Roma y lo nombró como jefe de la segunda iglesia mas importante del mundo: Inmunidad total.

El movimiento testimonial de Massachusetts se extendió por Europa y allí se descubrieron horrores tan terribles o más diabólicos de los que habían hecho en Norteamérica. A pesar de lo que ha significado para la Iglesia Católica el descubrimiento de sus crimines, nada la hace cambiar, siguen practicando sus ritos como si fuesen una obligación santa.

Un cable de EFE del pasado martes, 6 de octubre de 2009, fechado en TORONTO, Canadá, daba cuenta de que “La Iglesia Católica canadiense sabía desde la década de los ochenta que un testigo había declarado ver pornografía infantil en la casa del obispo detenido la semana pasada por poseer y distribuir este tipo de material. El obispo Raymond Lahey, de la diócesis de Antigonish, en la provincia de Nueva Escocia, fue detenido el pasado 1 de octubre después de que las autoridades canadienses descubrieran pornografía infantil en su ordenador portátil cuando volvía a Canadá procedente de Europa.

“El arzobispo de San Juan de Terranova, Martin Currie, dijo a la televisión pública canadiense, CBC, que en 1989 una persona que fue abusada sexualmente por religiosos reveló que Lahey tenía pornografía infantil en su domicilio”. Es decir, no importa el costo, el rito continúa y los ya violados que no se han incorporado al movimiento testimonial siguen aportando recursos económicos para que los violadores disfruten de su diabólica pasión. La lección es clara: Mientras sigan siendo la institución que son, seguirán practicando sus ritos.

Latinoamérica sigue callada. Yo estimo que eso de debe al hecho de que las mayorías de las autoridades, en todo el aparato burocrático del Estado, llámense ministros, policías, jueces…, siguen estando controlados por gente que fue violada y que esta gobernada por el miedo, por ese miedo que te hace ver a tu agresor tan poderoso como Dios.

La hora le ha llegado a América Latina. La joven Yuilmi Peguero Alcántara, abusada por el diputado perredeísta Julio Romero, es el primer paso en ese camino. Durante la entrevista hecha por Alicia Ortega, en su programa de investigación periodística El Informe, el diputado blanco por Santo Domingo Este, lució agresivo y desafiante, alguien que se creía con todo el poder del mundo, pero no pudo derrotar la fuerza testimonial de Yuilmi y luego dio paso a la “confesión de parte, relevo de prueba”. Ahora pretende usar el hecho de que fue obligado a aceptar su culpabilidad como una táctica con la que quiere salvar su estatuto de diputado.

Julio Romero, cuyo gesto, expresiones e ilusión de poder, lo ubican dentro del agresor entrenado, el clásico Obispo, no esta solo, como el hay muchos. Y los hay tan bárbaros que luego de poseer a sus víctimas les dejan 15 mil pesos diciéndoles “eso es por si quedaste embarazada”.

Lo único que puede derrotar a esos agresores, que en la mayoría de los casos fueron violados cuando eran niños, es que sus victimas den sus testimonios. Son los ojos de sus victimas, las miradas que los acusan lo que los hace temblar como si fuesen cucarachas fumigadas. Hay mucha gente en el Estado que fue monaguillo y que fue abusado sexualmente en las iglesias y que aun siguen callando a pesar de que no pueden dormir. Esa gente debe saber que la única cosa que le devuelve el poder, que la única cosa que le devuelve la paz de su alma, esa divinidad que le fue arrebatada, es que hablen, que confiesen su dolor, que enfrente, como lo hizo Yuilmi, a su agresor. “You may say I’am a dreamer, but I’m not the only one”.

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