La “política es una ciencia social, cuyo propósito es estudiar la teoría y práctica de la política, los sistemas y los comportamientos políticos de los ciudadanos” y la dinámica propia de la sociedad (Tratado de sociología Universidad LAVAL, Quebec, Canadá, 2011).
Para Aristóteles, “la Política no es un estudio de los estados ideales en forma abstracta, sino más bien, un examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se interrelacionan para impactar positivamente, las condiciones de vida de los ciudadanos” (Publicaciones sobre la literatura referida a lo expresado por Aristóteles, La Habana Cuba, 1996).
En tal sentido, “la política es ciencia porque tiene un método científico que conduce al conocimiento objetivo de los hechos políticos”. Como tal, la política no sólo debe valorar y legitimar ciertas formas de organización política, sino que esta debe procurar el bienestar social de todos los ciudadanos, sin discriminación (IPIL, Suecia, 2010).
Por su parte, la participación política en una sociedad democrática busca “inculcar valores, principios y compromisos ideológicos en los ciudadanos, en aras de transformar sus condiciones de vida y, al mismo tiempo, generar bienestar socioeconómico y cultural para todos en igualdad de condiciones (IPIL, Suecia, 2009).
Según se conoce, el objeto de la participación política es “hacer cambiar o progresar la sociedad y sus ciudadanos, a través de leyes, políticas, estrategias e instrumentos concebidos por el Estado y sus instituciones para tales fines” (Escuela Sociología UNAM, 2013).
Como podemos apreciar, “la política es una actividad cuya esencia es resolver estratégica, oportuna, inteligente, pacífica y, razonablemente, las necesidades y los conflictos de los ciudadanos” y, de una sociedad organizada (ONU, 2001).
No obstante, “cuando la participación política no resuelve los problemas sociales, económicos, educativos, culturales y ambientales por los que atraviesa una sociedad, la política en sí se desacredita y, al mismo tiempo, se desacreditan sus líderes” (CEPAL, 2019).
En tal sentido, todos los tratados sobre política y la participación política conocidos por nosotros refieren que, “los líderes políticos que no cumplen con sus compromisos de campaña, los ciudadanos los califican de pérfidos (IPIL, Suecia, 2009).
Por su parte, los tratados de psicología social de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, plantean que, ciudadanos/as con niveles altos de educación y, conciencia sociopolítica crítica”, castigan a los líderes políticos que incumplieron sus promesas en el ejercicio de sus funciones públicas (Universidad de Cambridge, 2001).
Asimismo, los tratados referidos en el párrafo anterior sindican que, los ciudadanos/as con bajos niveles educativos o analfabetos funcionales o de hecho, siguen confiando en los líderes políticos que los defraudaron (Análisis de los estudios de casos estudiantes de doctorados en ciencias de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, 2011-2019).
Como se sabe, en la política, los procesos políticos y en el ejercicio gubernamental, se presentan externalidades complejas que, han puesto en apuros a la mayoría de los líderes políticos y a los Presidentes de América Latina y el Caribe en los últimos veinte y tres (23) años (INFORMES DE LA CEPAL, 1986-2019).
No obstante, en el caso de nuestro país se sabe que, la mayoría de los ciudadanos con derechos a votar en las próximas elecciones municipales, congresionales y presidenciales a celebrarse en el año 2024, son analfabetos funcionales, lo que les permite a los políticos pérfidos engatusar a este segmento de la población votantes (CIUDAD ALTERNATIVA, 2012 y COPADEBA, 2019).
Según los datos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, “el 23.3% de los dominicanos, son pobres” y, el 3% de éstos pobres, vive en pobreza extrema”, los que los hace vulnerables a la hora de ejercer sus derechos a votar (MEPyD, 2022).
Como se sabe, “las condiciones de pobreza por la que atraviesan casi cuatro (4) millones de dominicanos, es un dato que debería inquietar a los tomadores de decisiones sociopolíticas, al más alto nivel en nuestro país (COPADEBA, 2019).
Por su parte, “les corresponde a las universidades, a las ONG, a las centrales sindicales, a los profesionales, intelectuales y, a los comunicadores sociales, exigirles a los aspirantes a ser electos a cargos públicos en las elecciones municipales, congresionales y presidenciales del año 2024, que presenten los planes, programas y proyectos que éstos/as se proponen implementar, para enfrentar las causas que impiden el desarrollo integral de nuestro país” (Discursos y pronunciamientos de los directivos de PC, 2010-2022).
Desde nuestro punto de vista, las propuestas para atacar las causas que generan pobreza y exclusión social requieren de leyes y políticas públicas innovadoras, los recursos económicos necesarios, estrategias y voluntad política para repensar y relanzar nuestro sistema educativo nacional, adecuar las ofertas de los servicios de salud preventiva y curativa, y fomentar la generación de empleos dignos.
“La gobernabilidad es el balance entre el tamaño de las demandas ciudadanas y la respuesta que el Estado a le ofrece a dichas demandas (Ray Campos)