De igual forma como se amplían las calles congestionadas para evitar accidentes de tránsito que paralizan las ciudades, se pueden ampliar las arterias que suben la sangre al cerebro pasando por el cuello y que al obstruirse ocasionan accidentes cerebrales y aún la muerte. Cada año en los Estados Unidos se presentan 700.000 accidentes cerebrales, con una taza de mortalidad del 30 por ciento. Es la tercera causa de muerte en este país.
Desbloquear las arterias del cuello, mejor conocidas como carótidas, es un recurso que se usa cuando los cambios en el estilo de vida y los tratamientos con medicamentos no han sido efectivos, poniendo al paciente en un riesgo muy grande de embolia cerebral.
Hoy en día el tratamiento se lleva a cabo no sólo abriendo el cuello y la arteria carótida para remover la obstrucción creada por la placa de colesterol, sino que a través de un catéter colocado desde la arteria femoral (intervención percutánea) se logra colocar una malla metálica (stent) que expande la obstrucción, evitando la cirugía y las complicaciones de la misma, pues algunas personas tienen un riesgo quirúrgico muy alto.
Un nuevo estudio está comprobando los beneficios del más reciente modelo de este tipo de stents. Respecto a los resultados parciales de tal estudio comenta el médico líder a cargo del mismo.
“Los stents carotídeos han evolucionado satisfactoriamente para disminuir las complicaciones del procedimiento. El más reciente es el llamado Wallstent, que se implanta con un filtro llamado EZ, el cual se retira al terminar el procedimiento, dejando el stent en forma permanente en la arteria. Lo novedoso de este stent es que tiene un diseño de celdas cerradas, que tiene como resultado una menor posibilidad de permitir que la placa de colesterol atrapada por el stent pueda salir a través de esas celdas y llegar al cerebro creando una embolia cerebral. Este stent ya fue aprobado por las autoridades de salud, pero ahora estamos haciendo un estudio llamado CABANA, para comprobar que los resultados de las primeras pruebas realizadas para su aprobación son sostenibles. Por ahora los resultados son muy positivos”, dice el Dr. Juan Antonio Pastor Cervantes, cardiólogo intervencionista afiliado al Aventura Hospital and Medical Center, en Miami-Dade, Florida.
El especialista explica que otra característica del stent autoexpandible (Wallstent) es que tiene la presión de expansión perfecta, para evitar cambios de presión arterial y de ritmo cardiaco durante el implante del mismo.
Los pacientes candidatos para el implante del Wallstent son aquellos que tienen serios bloqueos de circulación en las arterias carótidas por la placa de colesterol, o que hayan tenido accidentes leves, conocidos como ataques isquémicos transitorios, que se pudieron haber manifestado como falta de sensibilidad o movilidad de un brazo o una pierna, pérdida de la visión o imposibilidad para articular palabras o poder expresarse. Estos son síntomas premonitores de una apoplejía, ya que estos pacientes tienen un 30 por ciento de riesgo de padecer una embolia cerebral en el año siguiente a la presentación inicial de los síntomas.
“Estudios realizados en la década de 1990 y principio de esta década demostraron que si
desbloqueamos las arterias carótidas de los pacientes que tienen más del 70 por ciento de bloqueo, estos pacientes tienen menos incidencia de accidentes cerebrovasculares”, dice el Dr. Pastor Cervantes.
CANDIDATOS PARA WALLSTENT
Boston Scientific, la compañía fabricante del Wallstent y del filtro EZ, en cumplimiento con las indicaciones establecidas por la Administración de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos, explica que el éxito de este stent depende de que los médicos seleccionen adecuadamente a los pacientes, pues actualmente los stents sólo han sido utilizados en pacientes que tienen un riesgo quirúrgico alto, o que hayan tenido una cirugía carotídea previa con reobstrucción de la arteria a consecuencia de la cicatrización de la cirugía.
En estos pacientes no aptos para cirugía pero candidatos para el implante de stent se incluyen los que tienen más de 80 años de edad, aquellos que hayan sufrido un infarto reciente de corazón con falla congestiva cardiaca; o aquellos que tengan oclusión total de la otra carótida, o que tengan angina de pecho inestable, falla renal, o enfermedad obstructiva pulmonar severa crónica.
Otro grupo de pacientes a los que no conviene operar, pero son candidatos para el implante del stent carotídeo incluye aquellos con carótidas anatómicamente inaccesibles para el cirujano, a los cuales habría primero que remover la mandíbula o la clavícula para poder operar la arteria carótida. También los que han tenido radiación previa del cuello, traqueotomía, parálisis del nervio laríngeo, o restenosis por endarterectomías previas (que se han vuelto a tupir después de la operación de carótida).
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