Son las 8:15 del 12 de septiembre 2020. Como el «quédate en casa» cuidándome de la pandemia a estos 92 veranos 9 meses, nuestro diario vivir ha cambiado. Estoy en la biblioteca, veo los diez libros escritos por Luis Spota, que compré en la librería-papelería «Lope de Vega». Recuerdo que falta un libro que le presté a un amigo y se olvidó de que no era de él. Ya lo aprendí, si quieres perder un libro préstalo. Traje a la habitación el libro Casi El Paraíso. Pasando páginas leo la parte que acostumbro pasarle una raya debajo, al leer me río de mí mismo y lo copio como entrega al amable lector: «Conversan Ugo y Martucha, era fluida, intrascendente, animadisima; de cuando en cuando la salpicaba con nombres de personas famosas. A Ugo le daba la impresión de que trataba de deslumbrarlo. ¡Habrá usted viajado mucho!
En París, hace un par de meses, conocí a Porfirio… ¡Es un chico encantador! -¿Qué Porfirio?-
¿Quién puede ser encantador y llamarse Porfirio, que no sea Porfirio Rubirosa?
¡Ah!
-¿Lo conoce? Me cortejó bastante….si se lo hubiese permitido, hubiera sido capaz de proponerme matrimonio. ¿Qué opina de él?
Es un aventurero, un plebeyo con suerte, Ugo machacó sobre la palabra plebeyo.
-Si eso es. Un arribista social. Quizá sea su mayor defecto, nunca tendrá clase.
Ugo tenía sueño. Por ser Príncipe podía hacer cosas de plebeyo sin que lo tomaran mal, por ejemplo, bostezar, sin cubrirse la boca, delante de Martucha».
Como yo estuve en Cannes, Francia, durante un mes, 1953, a bordo del yate Moineau.
Copié. «Cannes vivía los días agitados; carnavalesco, de un gran Festival Internacional de Cine. Turistas llegados de todas partes del mundo atestaban los hoteles, los cafés, las playas; se hacía tomar fotos frente a la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza, o en la torre de Mont Chevalier, o simplemente paseaban por el bulevar de la Croissete». Bien recuerdo yo paseaba en el bulevar de Croisette en una bicicleta que me regaló Don Félix Benítez Rexach, y varias veces me ejercitaba corriendo en la amplia acera. Es un agradable lugar. Recuerdo que frente al hotel Carlton hay una playa, también otra playa frente al hotel Martínez, y mucha gente se divertía con los botes de pedales, algunos para dos personas. Yo iba en bicicleta con el traje de baño Bikini y me bañaba en las playas. Una tarde tuve la gran alegría de conversar con una señora de apellido Mon de San Pedro de Macorís que me conocía y fue una tarde de gratos recuerdos. El bulevar Croisette es la ruta hacia Montecarlo y demás pueblos costeros.
Me permito recomendar al que desea leer a un gran escritor de política lea a Luis Spota.
Consérvense bueno. Una alegría, amor, aceptación, bendición y agradecimiento totales. Estas son
las cinco actitudes de Dios.