“Si todos piensan igual, entonces alguien no está pensando”.
General George Patton, USA
En las últimas décadas, bajo la influencia del escenario mundial, pocas veces hemos visto un panorama tan desafiante como el actual. Diversos sectores del país muestran un evidente descontento, que podría generar un ambiente de tensión y conflicto a elevados niveles de la sociedad.
Lo que agrava aún más esta situación es la presencia de ciertos funcionarios con perfiles inadecuados para enfrentar este turbulento escenario.
Algunos de ellos, al carecer de la preparación, la experiencia o la visión necesarias en las áreas donde han sido nombrados, podrían tomar decisiones en momentos críticos que añadan una capa adicional de incertidumbre y preocupación.
A pesar de que los funcionarios públicos son nombrados por el Poder Ejecutivo, contrastan con los esfuerzos que el presidente de la República está realizando para mejorar la situación del país, trabajando arduamente para que el buque del Estado avance en la dirección correcta.
Sin embargo, para que sus deseos se hagan realidad, es fundamental que cuente con un equipo capaz y comprometido que apoye verdaderamente su visión y objetivos.
La desconexión entre ciertas políticas implementadas y las verdaderas necesidades del pueblo podrían generar un clima de desconfianza. No se trata solo de un problema de gestión; es un reflejo de una profunda crisis de institucionalidad, evidenciada en algunas decisiones.
Es crucial recordar que todo ciudadano consciente debe desear que al gobierno le vaya bien, porque si al gobierno le va mal, el impacto negativo recae con mayor fuerza sobre nosotros, los ciudadanos. Es de nuestro interés común que se tomen las decisiones correctas y que los dirigentes asuman siempre su responsabilidad con seriedad y compromiso.
Además, si a esta realidad se le suma la creciente ola de violencia, las constantes interrupciones del servicio eléctrico y el caos del tránsito, la situación se vuelve aún más insostenible. Estos problemas, sin duda, ocupan la atención urgente del presidente y sus funcionarios capaces, así como de todos los dominicanos decentes que desean vivir en paz y progreso.
Sería aún más preocupante que funcionarios del gobierno, en lugar de apoyar al presidente en su esfuerzo por mantener el rumbo del buque del Estado, estén utilizando el poder de sus funciones para promover candidaturas políticas extemporáneas.
Esta conducta no solo distrae de los objetivos principales del gobierno, sino que también erosiona la confianza en las instituciones y en la capacidad del Estado para resolver los problemas urgentes de la nación.
A esto se suma la alarmante situación de miles de niños dominicanos que, según la prensa local, no están siendo inscritos en las escuelas, donde también se dice que ingresan niños extranjeros sin documentación, privando a niños de padres dominicanos que pagan impuestos, comprometiendo el futuro del país.
La sola insinuación de posibles incursiones de bandas haitianas en territorio dominicano, aunque sea de un solo miembro, según algunos medios de comunicación, sigue aumentando la lista de preocupaciones para los ciudadanos que observan con atención lo que sucede en su país.
En este contexto, todos los dominicanos debemos cuidar esta democracia que, aunque imperfecta, ha venido fortaleciéndose desde 1966.
Debemos observar con atención los casos de Venezuela, Nicaragua y otros países de Sudamérica, donde los conflictos y el deterioro de las instituciones democráticas han llevado a la pérdida de libertades y calidad de vida.
Estos ejemplos nos muestran claramente lo que podríamos perder si no anteponemos el interés nacional por encima de lo particular. Es esencial que el gobierno sea el protagonista, promoviendo el bienestar común y fortaleciendo nuestras instituciones.
Conscientes de que los partidos políticos de la oposición tienen la función de señalar y combatir los errores del gobierno, esperamos que sus líderes experimentados tengan la visión de entender que hay ocasiones en que no se puede echar más leña al fuego.
Temas delicados como la reforma constitucional, que según expertos busca poner límites a la reelección presidencial, deben ser considerados con cuidado, evaluando si fortalecen la institucionalidad del país y no viéndolo todo desde una perspectiva negativa.
En medio de una crisis de liderazgo global con vientos de guerra y el peligro del cambio climático, es imperativo que se guíe al país con sabiduría y sentido de justicia, planificando y previniendo.
Es hora, con la experiencia adquirida, de seguir corrigiendo el rumbo y trabajar unidos por el bien común, porque solo así podremos superar los desafíos actuales y construir un futuro más próspero y estable para todos.