Los partidos no pueden seguir actuando como “franquicias empresariales”, necesitan una profunda reforma democratizadora, hay que expulsar esas prácticas que tanto daño hacen a los partidos, como son: el uso y abuso patrimonialista de los recursos públicos; la falta de transparencia y rendición de cuentas; el incumplimientos de sus principios y programas de acción; la utilización en las contiendas internas de la compra de voluntades con la repartidera de dinero, impidiendo la idoneidad del proceso y la escogencia de los candidatos con mejores perfiles.
Y no es que pidamos unanimidad en los partidos. Todo lo contrario, mientras más pluralidad y discrepancia existan, los partidos se enriquecen y cobran nuevos bríos. El problema está en la falta de reglas democráticas y en el exceso de corrupción en las convenciones internas.
El PRD tiene ante sí un desafío enorme.
A los liderazgos actuales del PRD le convendría mirar otra vez a sus orígenes. Eran más decentes y de mayores principios. Hay que hacer un esfuerzo unitario de corrientes.
Al PRD le hace falta una genuina “ciudadanización” y no hacerse el ciego, dejando pasar y agravando el proceso “clientelar” y corruptor que ha llevado a los partidos mayoritarios a esta crisis degradante.
Al expresar estas ideas no estoy diciendo ninguna mentira, estoy pronunciando la verdad, la “verdad” como representación de una percepción colectiva de la realidad. No es una “verdad” mediática, es una verdad histórica, que es la verdad; es reflejo real de los acontecimientos, la percepción individual y colectiva, documentada y sustentada.
En el PRD hay que crear un amplio frente de militantes, simpatizantes, dirigentes con la finalidad de rescatar los principios y objetivos que dieron origen al partido blanco, donde no tengan cabidas prácticas clientelares y el fraude. Donde el PRD se “abra” al conjunto de la sociedad y establecer alianzas electorales de coincidencias políticas.
El PRD, con Miguel Vargas como presidente y postulante de una nueva forma de hacer política, más creíble y decente, tiene que ser diferente, proclamando un proyecto real de nación, siendo negador de la mentira y la corrupción.
El PRD de hoy tiene la gran responsabilidad de cambiar, de transformar la vida pública del país, es un movimiento que encabeza Miguel Vargas, que es el más importante en la historia reciente del país.
Uno se pregunta ¿Qué partido, qué organización política agrupa a tantos hombres y mujeres?
¿Qué partido tiene la capacidad de movilización que tiene el PRD?
El PRD de ahora tiene que representar la esperanza y la posibilidad de un cambio en beneficio de la mayoría.
Miguel Vargas no sólo propugna por un cambio en lo económico y social a favor de la mayoría, sino que aspira a crear una corriente de pensamiento ética, que reconozca y exalte la inmensa bondad que hay en nuestro pueblo.
El autor es periodista
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