EE.UU. El nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump está marcando un ritmo frenético en su segundo mandato, cumpliendo promesas de campaña, imponiendo un poder absoluto y ajustando cuentas.
El regreso de Trump marca la diferencia porque millones de estadounidenses ven a Trump como una figura histórica convincente, y por qué millones más le temen profundamente.
Trump tomó medidas enérgicas contra la inmigración, realizó un llamativo anuncio de inversión tecnológica de US$ 500.000 millones, renombró el Golfo de México como “Golfo de América”, prohibió gran parte de la política de diversidad en el gobierno federal, promocionó TikTok, despidió a personas por publicaciones en las redes sociales, propuso una expansión territorial, amenazó con una guerra comercial, habló con los periodistas más que Biden en meses y bailó con una espada.
También se burló del Estado de Derecho al liberar a los alborotadores del 6 de enero de 2021; mintió sobre las elecciones de 2020; se vengó de los críticos, incluso retirando la seguridad de unex asistente amenazado por Irán; criticó a un obispo; amenazó la ética en el Gobierno; estigmatizó a los estadounidenses transgénero y despejó el camino para los arrestos de ICE en escuelas e iglesias.
Más organizado esta vez
La conmoción y el asombro que causaron las innumerables decretos son indicio de un funcionamiento de la Casa Blanca mucho más profesional que el caótico primer mandato. A Susie Wiles, la nueva secretaria general de la Casa Blanca, se le atribuye haber aportado estructura a la campaña de Trump, aunque no haya podido moderar sus instintos de improvisación salvajes y a veces autodestructivos. Tal vez pueda hacer lo mismo en el ala oeste de la Casa Blanca.
Y a diferencia de lo que ocurrió durante sus primeros días en el cargo la última vez, Trump sabe lo que quiere hacer y cómo hacerlo. Su buen humor después de la adulación que recibió en su segunda investidura –hasta ahora no empañaron por los inevitables reveses políticos– probablemente también haya ayudado.