Este miércoles, dos truenos geopolíticos transformarán las relaciones transatlánticas.
La llamada de Donald Trump a Vladimir Putin hizo que el líder ruso saliera del frío, ya que urdieron planes para poner fin a la guerra en Ucrania y acordaron intercambiar visitas presidenciales.
Por su parte, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, viajó a Bruselas y dijoa los aliados europeos que “asuman la responsabilidad de la seguridad convencional en el continente”.
El parteaguas pone de relieve la ideología de Trump de “Estados Unidos primero” y su tendencia a ver cada asunto o alianza como una propuesta de valor en dólares y céntimos.
También subraya su libertad frente a los asesores del establishment impregnados de la mitología de la política exterior de Occidente, que él cree que frustraron su primer mandato.
Las intervenciones estadounidenses ganaron dos guerras mundiales que empezaron en Europa y después garantizaron la libertad del continente frente a la amenaza soviética. Pero Trump dijo en campaña que podría no defender a los miembros de la alianza que no hayan invertido lo suficiente en defensa.
Revivió así un eterno argumento planteado con la mayor elocuencia por Winston Churchill en 1940 cuándo dijo que “el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza” saldrá “al rescate y a la liberación del viejo”.
Trump está volviendo al razonamiento utilizado por muchos presidentes recelosos de los enredos extranjeros desde el comienzo de la república, y dijo este miércoles: “Tenemos una cosita llamada océano de por medio”.