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Dominicana frente a COPENHAGUE

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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¿Está realmente consciente el pueblo dominicano del peligro que lo amenaza? ¿Sabe el pueblo dominicano que no son solamente tormentas y ciclones los que nos amenazan? No creemos, porque el tema es complicado, abstracto y además se mantiene entre un pequeño círculo oficial del gobierno. Hoy, es el tema obligado para los especialistas del medio ambiente, para los economistas: ahora se convirtió en un tema de moda, a sensación, casi una película de terror, a ser tratado como una novela: por episodio. El efecto invernadero es un tema eminentemente científico, con implicaciones económicas, climatológicas, filosóficas y políticas.

El calentamiento promedio del Planeta, que conoce una elevación de la temperatura de 0.6º Celsius desde el siglo XIX y todos los esfuerzos actuales tienden a que no sea de 2º C en los próximos años, porque tendría consecuencias catastróficas para nuestro futuro. Nuestro país presenta como haber su política de conservación (áreas protegidas) y la reforestación (plan Quisqueya Verde), pero demuestra, como lo dijo nuestro presidente, su pobre conceptualización.

En Copenhague se juega el futuro del Planeta, las posibilidades de desarrollo para los países emergentes y para los otros, parar su escalada en la producción de gases de efecto invernadero: cómo compaginar desarrollo (a pesar de la crisis en los EEUU y en UE en particular), con producción “limpia”; cómo transferir esa tecnología y cómo no destruir, en los países emergentes, lo que les queda de bosques: esos son los planteamientos de los cuales deben ponerse de acuerdo 192 países, que tienen en su seno lobbies que frenen ese proceso a través de los costos y otros que desean acceder al pequeño grupo de países desarrollados.

Como Leonardo Boff, pensamos que debemos reflexionar colectivamente sobre las causas y no sobre los efectos e impactos: el Planeta está en una crisis irreversible, tanto a nivel social, económico y de sustentabilidad. No se salva sin pensar en una nueva relación entre el modelo de desarrollo y el ritmo de regeneración de los recursos naturales, los ecosistemas no aguantan más: se trata de un proyecto civilizatorio y de cada persona. Debemos transformar el mundo y transformarnos

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