Día de la batalla de Las Carreras

En los años de fuego consolidando la independencia nacional frente a las huestes haitianas entre 1844 y 1856, la defensa nacional no fue solo cosa de fusiles en tierra. También hubo cubiertas, velas y cañones surcando nuestras costas.

En esas jornadas, como la del 21 de abril de 1849 en la batalla de Las Carreras, hombres valientes adaptaron goletas y balandras como buques de guerra y los lanzaron al combate apoyando a nuestra fuerza de tierra, sin permitir que los haitianos bebieran del rio Ocoa.

No eran naves de escuadra formal, pero sí embarcaciones convertidas en fortalezas flotantes, impulsadas por la fe, la pólvora… y el deber.

En la ofensiva naval, cuando las fuerzas haitianas avanzaban, nuestros marinos improvisados cañonearon desde el mar, obligando al enemigo a tomar rutas estrechasy vulnerables. Fue táctica, fue valor… y fue mar.

Como si Neptuno mismo hubiera entregado su tridente a esos hombres, cada disparo desde el mar fue una lanza de disuasión, apoyo naval que reforzó al Ejército dominicano y aseguró el terreno.

No había uniformes brillantes ni flotas al estilo europeo, pero sí decisión inquebrantable y coraje ancestral. Y eso bastó

Hoy, que muchos olvidan o desaniman, recordemos que nuestras aguas también fueron trincheras y nuestros barcos, estandartes.

Porque la patria se defendió desde la arena… pero también desde la espuma.

¡Honor eterno a quienes combatieron en ese momento en el terreno con la mar por escudo y la patria por timón!

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